Los libros nuevos no huelen a tinta

iPad ebook vs libros

Aunque siempre me ha gustado considerarme una amante incondicional de la tecnología, he de reconocer que en el caso de los libros electrónicos me debatía hasta hace poco en una especie de amor-odio tan pendular como extremista. Cuando ya la mayoría de mi familia, una pandilla de adictos sin control a cualquier tipo de gadget, hacían buen uso de sus respectivos ebooks, yo aún me aferraba de forma nostálgica a los libros de papel, convirtiendo en mi himno la consabida retahíla del placer de pasar las páginas, o de disfrutar del olor a tinta de un libro nuevo.

Sin embargo, ni todos los romanticismos del mundo podían hacer frente al argumento destructor de que para imprimir libros hace falta talar árboles. Eso por no hablar de otros motivos algo más egoístas pero que a mí me seducían bastante más, como el hecho de poder llevar encima miles de libros y saltar de uno a otro en un mismo trayecto de Metro, sin que el peso del bolso me causara algún tipo de escoliosis.

A pesar de que la tentación era grande, mis convicciones lo eran aún más, así que hicieron falta ocho mudanzas para convencerme de algo de lo que ni toda mi familia había sido capaz. Las tres primeras fueron muy seguidas nada más llegar a Madrid, y no me dio tiempo de acumular demasiados libros, pero a partir de la cuarta la cosa se complicó un poco. No es de extrañar que una voraz lectora como yo hubiera atesorado en apenas un año dos maletas de tipo familiar llenas de novelas tanto en edición de bolsillo como de tapa dura. Aunque aprovechaba cada viaje a casa de mi madre para dejar allí tantos como podía, de manera inexplicable los volúmenes volvían a multiplicarse, y llenaban cajas y cajas cada vez que me tocaba volver a cambiar de piso. 

iPad ebook vs libros

Ninguna persona normal se plantea mudarse ocho veces en ocho años, y yo siempre lo hacía anhelando que fuera la última vez en mucho tiempo. Pero ya fuera por cambio de trabajo o cualquier otro motivo, me tocaba volver a empaquetarlo todo una y otra vez.

Fue entre el sexto y el séptimo traslado cuando no me quedó más remedio que rendirme a la evidencia y admitir que los libros físicos han pasado a ser un lujo, un placer para coleccionistas, al alcance únicamente de aquellos con un piso propio con espacio suficiente para albergar una biblioteca. Fue abdicar, y antes de darme cuenta mi familia ya me estaba regalando un ebook que me abrió los ojos y que me hizo maldecir mis años de vida universitaria por no haber tenido entonces uno de estos maravillosos cacharritos en el que poder llevar esas cantidades infernales de apuntes que nos daban.

iPad ebook vs libros

(Y si el ebook fue una revelación, no queráis ni imaginar la epifanía que supuso tener al fin mi iPad entre las manos…)

Escribo esto porque sé de buena tinta que en mi TimeLine de Twitter hay mucho amante romántico de los libros de papel, y porque estoy convencida de que tanto los ebooks como los tablets son la evolución natural a la que no debemos resistirnos, y que han abierto además todo un mercado en el mundo de la moda a base de vender fundas y accesorios de todo tipo.

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Por si aún tenéis dudas al respecto, quiero compartir con vosotros este texto de Santiago Posteguillo, perteneciente a su novela Los asesinos del emperador, que mi padre me cita cada vez que sale a relucir en nuestras conversaciones esa batalla perdida de antemano que libran contra los ebooks los libros tradicionales. El contexto es que Trajano Padre va con Trajano hijo al Porticus Octaviae, la biblioteca pública de Roma para que le presten un ejemplar de los Comentarios de César y de la Ilíada. Vetus, el Bibliotecario, le dice que eso ya no es posible por la escasez de copias tras los incendios de Roma provocados por Nerón y les aconseja que vayan a libreros particulares.

Está Trifón, tiene copias de todo, son baratas, pero la calidad de sus escribas y del papiro que usa no son las mejores; luego está Atrecto, con él la calidad está garantizada, incluso el lujo. Atrecto es siempre una buena opción. Si vais a viajar, que imagino es lo más probable, de regreso a vuestra patria, lo ideal es algo muy nuevo que solo vende Secundo: se trata de textos, los textos de siempre como los que buscáis de César o de Homero pero copiados no sobre papiro sino sobre pergamino, más resistente, pegados por un lateral, como un códice de tablilla, en lugar de juntando luego las hojas en rollo: así se escribe por ambos lados del pergamino y en mucho menos volumen puedes tener los dos textos. Es una gran idea, pero muy cara: hay quien dice que un día esos códices reemplazarán por completo a los rollos, pero yo no lo creo posible, se perdería ese placer especial de desenrollar poco a poco el texto; es absurdo.

En este fragmento Santiago Posteguillo hace un ¡zas, en toda la boca! y se ríe de forma muy sutil de aquellos que dicen que los ebooks jamás sustituirán a los libros de papel porque se pierde el placer de pasar las páginas, equiparándolos a los que vaticinaban que los libros tal y como los conocemos hoy en día jamás reemplazarían a los rollos de papiro de la época.

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Siento ser yo la que os diga que la triste realidad es que los libros nuevos no huelen a tinta, sino a pegamento y a los agentes químicos como el cloro que se utilizan para blanquear el papel. Y siento ser yo la que os desordene la conciencia al recordaros que el placer de pasar páginas tiene un precio mucho más elevado que el que marca la etiqueta de una novela.

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23 respuestas a “Los libros nuevos no huelen a tinta”

  1. Yo sigo resistiéndome a los Ebooks. He asumido que algún día acabaré cayendo (como todos caímos en su día en los teléfonos móviles), pero por el momento prefiero disfrutar pasando las páginas de mis novelas. A pesar de que ello me cause, en alguna que otra ocasión, pequeños cortes en las yemas de los dedos. Soy torpe, lo sé…

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  2. En mi caso que no ha sido por elección propia sino por imposición de un Papá Noél, que con dinero familiar me ha regalado un Kindle, superadas en tan sólo un par de días las sensaciones de haberme convertido en una traidora de esos libros con olor a tinta, estoy encantada de no tener que chuparme el dedo para pasar página. Y esto después de haber maltrecho mi economía montando unas librerías de ocho metros de suelo a techo para seguir haciendo acopio de historias encerradas en pastas duras.
    Y, aunque por momentos aún me asalta el sentimiento de culpa, como quién le es infiel a su pareja, y callo mi conciencia con la adquisición de un libro impreso, sé que será algo pasajero y no dejará mayores traumas.

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    • Nada de culpas, tú piensa en el favorazo que le haces al medio ambiente. Y quién sabe, igual en unos años esas librerías de ocho metros se revalorizan como objeto de lujo y coleccionismo… 😉

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  3. Bueno, si todo el problema es el olor, ya hace tiempo que leí la noticia de una casa que fabricaba perfumes para ponerlos en el ereader, en dos versiones: a libro nuevo y a libro antiguo. Y si alguien disfruta cortándose al pasar las hojas, a lo mejor alguna empresa fabricante de ebooks lanza al mercado uno en el que, de vez en cuando, de un calambre al pulsar el botón de cambio de página, o al deslizar el dedo por la pantalla, que es de lo más parecido…Así los nostálgicos no tendrán excusas.

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  4. Como aquí hoy todo queda en familia debo quejarme de que tardara más en llegarme un ebook a mí, la informática de la familia, que a mi hermana mayor, una amante de los libros que renegaba de la tecnología para sustituirlos! :p
    Si es que no hay nada como poder llevar en algo que no ocupa más que un cuaderno (y pesa menos si cabe) la colección de Mundo Disco de Terry Pratchett para poder ponerte a leer en cualquier sitio 🙂

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  5. Habrá que rendirse a la evidencia, pero NO QUIEROOOOOOOOO!!!!
    Me encanta ir dejándome olvidado el libro por los rincones de mi casa y ver sus coloridas tapas encima de la mesilla, o de la mesa del salón y pensar como seguirá la historia que tengo entre manos. Coger el libro y ver físicamente cúantas páginas me quedan. Incluso si el libro es muy gordo y me aplasta la tripa en la cama, es una satisfacción saber que has pasado el ecuador y llevas ya 500 páginas, pero que te quedan otras 498…
    En fin, supongo que a lo mejor es como la anécdota de desenrollar pergaminos, pero a mí sinceramente, las versiones digitales de los libros me parecen efímeras. Yo miro la estantería de mi casa y veo los libros que me he leido, los que me apetece leer o releer…y me traen recuerdos, de la persona que me los regaló, del sitio donde los compré, o donde los leí. Creo que leer un libro implica muchas más cosas que las que se pueden percibir sólo con un ebook…

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    • Tú lo has dicho, es como cuando las personas estaban acostumbradas al placer de ir desenrollando poco el papiro. Dentro de unos años los adolescentes del futuro nos verán como locos que cargábamos con novelas de 600 páginas en el bolso.

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  6. Hola! Pues respetando lo de las mudanzas (yo también he vivido varias y he sufrido el peso de los libros), sí se me ocurre que el material de un libro sale de plantaciones de árboles hechas con ese fin, y que el material que se utiliza en la tecnología es más abrasivo con la naturaleza que el que se utiliza en la fabricación del libro. Sé que el e-reader es el futuro, pero la cuestión ecológica no es un argumento!
    Un saludo.

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    • Hola Pedro, muchas gracias por animarte a comentar. Valoro tu opinión, pero viendo la cantidad de libros que se imprimen al año, y la cantidad de años que tarda en crecer un árbol, no me salen las cuentas. 😉

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  7. Mmmm… Este tema me suena de haberlo comentado hace poco 😉

    La verdad es que la destrucción de los bosques es una herida muy sangrante y da mucho que pensar. Pero me gusta ver libros, tenerlos cerca, me aporta serenidad y forman parte de mi vida, como mis muebles o mis cuadros. Me gusta olerlos, mucho, aunque no huelan a tinta. Me gusta ir a las librerías, ojearlos, tocarlos, y, finalmente elegir. Tengo siempre 4 ó 5 en la mesita de noche. Me gusta meter uno en la maleta siempre, cuando viajo.

    Creo que seguiré comprándolos. Creo, y digo creo, que nunca tendré un e-book, o como se llame. Y bien que lo siento.

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  8. […] Aunque la funda blanca y negra me tentaba bastante al final preferí optar por esta otra, ya que no pude resistirme al romanticismo de convertir mi Kindle en un libro tradicional de tapas de cuero. Creo que lo hice para mitigar esa culpabilidad por haber abandonado definitivamente los libros de papel de la que os hablaba en el post Los libros nuevos no huelen a tinta. […]

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  9. Que post tan conseguido, de esos que te tienes que volver a leer de nuevo… Yo soy fan de los libros de pasta, una casa sin libros no tiene alma… Pero es verdad lo que dices. Es mucho más cómodo y sin lugar a dudas, mucho mejor para el ecosistema.
    Un besote

    Miss Claire

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    • Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado el post. A mí también me parece que en toda casa tiene que haber libros, así que aún conservo un par de estanterías con aquellos a los que les tengo un cariño especial por algún motivo. El resto los he ido regalando, y desde que tengo el ebook el 99% de los que he ido comprando han sido en formato electrónico. 🙂

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