El motivo por el que he estado tan desconectada del blog y de redes sociales durante las dos últimas semanas ha sido una escapada que me ha permitido visitar varias ciudades de la costa este de Estados Unidos: Nueva York, Philadelphia y Atlantic City. Aunque he tenido oportunidad de hacer fotos de street style y de darme algún que otro capricho en lo que a compras se refiere, de todo eso os hablaré más adelante. Hoy he querido hacer un post breve para contaros algunas cosas curiosas que he descubierto sobre la gastronomía de Estados Unidos, y aquí os resumo mis hallazgos:

No importa de qué se trate, cualquier tipo de alimento es susceptible de servirse: a) frito; b) recubierto de chocolate; c) a y b juntas. Para muestra un botón. 

¿Creías que ya lo habías visto todo? Pues agárrate porque en Atlantic City es normal encontrar lugares en los que te sirven tu ensalada con unas galletas Oreo fritas. Sí, has leído bien. Luego habrá quien se queje porque no adelgaza a pesar de estar a base de ensaladas…

En muchos mercados es habitual encontrar puestos de manzanas cubiertas de chocolate o caramelo, pero en este de Philadelphia van un paso más allá y lo que te venden son ni más ni menos que cebollas recubiertas de chocolate. Tenían además una galería de fotos de gente que se animaba a probar esta exquisitez y la verdad es que las expresiones faciales de las víctimas no hablaban a favor de la delicatessen.

Y en la tercera categoría nos encontramos con tiras de bacon fritas y recubiertas de chocolate, un plato solo apto para los paladares más curtidos y para aquellos a los que no les asusta la palabra colesterol.

Como apéndice a estas tres comidas curiosas que he descubierto en mi viaje añadiré que no hay figura que no sea susceptible de reproducirse en chocolate macizo, incluido cualquier tipo de órgano vital. ¿Quién quiere turrón de Suchard pudiendo hincarle el diente a unos pulmones de chocolate con leche, o a un delicioso hígado de chocolate blanco?

Cuenta la leyenda urbana que en Nueva York habitan tantas ratas como personas, es decir, unos ocho millones. Menos mal que por aquellos lares se lo toman con sentido del humor y deciden comérselas, aunque sea de forma simbólica.

Seguro que muchas bodegas españolas se preguntan qué hacer para llegar a un público más joven del habitual. Fácil. Nada como bautizar alguno de sus caldos con un nombre fácil de recordar que incluya palabras del vocabulario juvenil habitual, como este Sweet Bitch (Dulce perra).

Hasta aquí mis descubrimientos gastronómicos, o al menos los más llamativos.

Te recuerdo que en breve lanzaré una serie de sorteos navideños para premiar la fidelidad de algunos afortunados lectores. Suscríbete al blog por correo en la barra lateral o sígueme en Twitter y no te pierdas los detalles. 😉