La maldición del chándal con tacones

Con el chandal y en tacones

Hace unos días me encontraba con una de las peores noticias que podían darme a nivel de estilismo: el chándal con tacones va a ser una de las tendencias imperantes para este 2016. Así, sin anestesia, me enteré yo de la noticia en este artículo de la web de S Moda. Pero antes de entrar en materia me gustaría hacer un inciso para decirles a los señores de S Moda que las palabras llanas llevan tilde siempre y cuando no acaben en vocal, -n o -s. Por lo tanto, y para que no les quepa duda, chándal siempre lleva tilde. Hago esta aclaración porque la persona que escribió el artículo que ha dado pie a mi reflexión parecía no tenerlo del todo claro, y decidió poner solo la mitad de las tildes correspondientes —con lo fácil que hubiera sido consultarlo en la web de la RAE—.

Una vez aclarado esto, entremos en la reflexión propiciada por la vuelta del chándal con tacones: ¿POR QUÉ, DIOS MÍO, POR QUÉ?

por qué

El asunto no es solo el atentado estético que semejante combinación supone, que desde tiempos inmemoriales se ha asociado con los más elevados niveles de chonismo. El problema es que a las mujeres nos ha costado muchos años llegar a un punto en el que se considere algo cool ir a la oficina con unos vaqueros, una chaqueta blazer y unas sneakers blancas.

El conjunto blazer+vaqueros+sneakers es la antítesis absoluta de ese arreglá pero informal en el que nos embarcamos si combinamos un chándal con unos tacones. En primer lugar porque un chándal jamás de los jamases se va a considerar un atuendo adecuado para ir a la oficina o para tomar una copa después del trabajo, por mucho que Kate Young —la estilista estrella de Hollywood en estos momentos— se empeñe.

Y en segundo lugar porque, si hacemos la concesión de renunciar a la parte más glamourosa de nuestro look —unos buenos taconazos—, lo hacemos para ganar en calidad de vida. Para poder caminar a ritmo normal sin tener que ir pendientes de nuestros maltratados pies y para llegar a casa sin rozaduras molestas.

Chandal y tacones en ASOS

La chaqueta con sneakers, ese uniforme de las nuevas working girls, era todo un logro femenino que creo que no hemos sabido valorar como se merecía. Porque habíamos demostrado, entre otras cosas, que Emilio Aragón no era el único con licencia para lucir un esmoquin con zapatillas.

El chándal con tacones es la vuelta al sinsentido más estúpido de la historia de la moda. Porque, si algún propósito tiene ponerse un chándal, aparte de para hacer deporte, es para ir cómoda por la vida. ¿De qué sirve llevar un atuendo con el que te van a mirar mal en la mayoría de restaurantes elegantes de tu ciudad, si ni siquiera puedes disfrutar de un calzado cómodo y acorde a tal conjunto?

En fin, solo espero que esta tendencia quede como algo puntual y anecdótico, porque yo sigo en mis trece de que #soymásfelizenzapatillas.

6 respuestas a “La maldición del chándal con tacones”

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