IPL ES-WH80 02

Probando la nueva depiladora IPL ES-WH80 de Panasonic

Lo mío con la depilación láser fue un quiero y no puedo. Hace unos años tuve la oportunidad de probar un aparato para hacerme la depilación láser en casa, pero no fui capaz de terminar el tratamiento porque incluso el nivel más suave del láser me resultaba bastante molesto. Supongo que tuvo mucho que ver el hecho de que las zonas de las que yo quería eliminar el vello por siempre jamás eran las ingles y las axilas, que ya son bastante sensibles de por sí. La solución pasaba por aplicar una crema anestésica antes de cada sesión de láser, pero al final la pereza terminó ganándome el pulso y desistí en el empeño.

Algunas amigas me aconsejaron que probara suerte con alguna depiladora de luz pulsada, prometiéndome que serían mucho más benévolas que el láser con mis pobres ingles y axilas, pero en aquel momento me pareció que había tenido suficientes dosis de depilación por una buena temporada y preferí volver a la cuchilla de toda la vida.

Y en esta ocasión ha sido gracias a Panasonic y su nueva depiladora ES-WH80 que me he animado a probar suerte con la luz pulsada, y después de usarla durante varias semanas he querido contaros en este post mis primeras impresiones.  Leer Más

Depilación láser… ¡en casa!

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A los trece años convencí a mi madre para que me pidiera cita con una esteticista para hacerme la cera. Ella insistía en que mi vello era rubio y débil y no merecía la pena pasar por esa tortura, pero yo tenía dos buenas razones para hacer caso omiso de sus advertencias. La primera era que había notado que el vello de mis tobillos empezaba a oscurecerse, y la segunda es que todas mis amigas ya se depilaban por aquella época y era un poco frustrante no poder entrar en las discusiones sobre la mejor manera para acabar con el incordio de los pelitos indeseados. Probablemente de no haber sido por esto último yo ni siquiera me hubiera dado cuenta de que esos pequeños pelitos rubios debían de resultarme molestos.

La experiencia con la esteticista fue lo suficientemente traumática como para que me prometiera a mí misma no volver a acercarme a ningún sitio donde se «cocinara» cera caliente, y desde entonces me entregué a la dulce tarea de depilarme las piernas con cuchillas de afeitar, pese a todas las advertencias que me hicieron de que el vello me crecería más fuerte y espantosamente oscuro. A todos los pájaros de mal agüero que intentaron asustarme debo decirles que erraron por completo en sus apocalípticas profecías, y que mi vello ha seguido siendo el de siempre.

La zona de la línea del bikini se volvió en cambio algo más conflictiva, y por ese motivo me envalentoné y al llegar a Madrid hace unos años volví a pedir cita para hacerme la cera en un centro cercano a la Glorieta de Bilbao de cuyo nombre no quiero acordarme. El doloroso recuerdo que tenía de mi adolescencia se quedó corto a la hora de llegar a las ingles, pero aguanté estoicamente, y quizá hubiera incluso repetido de no ser porque al llegar a casa me di cuenta de que la esteticista me había dejado un trozo de cera pegado en una de mis ingles. No queráis ni imaginaros lo que se siente al arrancar de la piel un trozo de cera fría. Duele. Mucho.  Leer Más