No a la anorexia

¿Eres un dibujo? ¡Di no a la anorexia!

No eres un dibujo No a la anorexia

Lo que más me gustaba cuando estudiaba Historia del Traje e Indumentaria en la carrera era hacer los figurines con propuestas de vestuario para esta o aquella obra de teatro, y que afortunadamente puntuaban casi tanto como los propios exámenes.

Digo afortunadamente porque, aunque nunca se me ha dado demasiado bien dibujar, hacer un figurín era harina de otro costal. La ropa era la verdadera protagonista de este tipo de dibujos, y una podía simplemente esbozar unos labios y no tener que detallar nada más del rostro de la actriz imaginaria a la que vestíamos. Algo tan complicado de dibujar como las manos se quedaban en apenas unos trazos simbólicos, mientras que una frondosa melena rizada podía simplemente sugerirse con un borrón de acuarela.  Leer Más

«VOGUE: Amamos las curvas» (¿En serio?)

Portada Vogue España Junio 2012

De no haber sido porque esta portada de Vogue me ha pillado en plena ola de calor hubiera pensado que se trataba de alguna broma por el día de los Santos Inocentes. Una vez pasado el primer arrebato de indignación pensé que quizá el problema fuera mío por haberme vuelto demasiado intransigente con el tema, pero cuanto más reflexionaba al respecto más insultante me parecía todo el asunto.

Porque no solo la portada, sino prácticamente todo el número de junio de la popular cabecera de moda, es un insulto a la sensatez y a la inteligencia de sus lectoras.

Nunca he discutido el argumento que defiende el uso de modelos delgadísimas o de los abusos de photoshop en revistas alegando que lo que hacen son creaciones artísticas de intención aspiracional. Puede parecerme irresponsable y cruel que una publicación nacional contribuya a difundir un cánon estético irreal e inalcanzable para la mayoría de las mujeres de este planeta, pero al fin y al cabo aquí parece ampararles aquello de la libertad de expresión. Puedo incluso obviar su cinismo a la hora de echar balones fuera argumentando que ellos no son los responsables de las inseguridades adolescentes y de sus consecuentes trastornos alimentarios. Pero lo que no consiento es que me traten como a una estúpida.

Porque hay que tener mucha desfachatez para promover una imagen femenina inalcanzable y después lavarse las manos por los trastornos ocasionados, pero hay que tener mucha más, muchísima desfachatez más, para usar como campaña de marketing una fingida solidaridad con el problema y un falso propósito de sensibilización al respecto.

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