No deja de resultar curioso constatar lo poco que ha cambiado la moda masculina en general durante los últimos siglos si la comparamos con la femenina. Y no me refiero simplemente a determinados colores, prendas o tejidos determinados por los caprichos de la temporada, sino a cómo la silueta entera se ha ido reinventando por completo, a veces tan solo con una o dos décadas de diferencia, para adaptarse a los cánones del momento.

Rara vez en la Historia del Traje las creaciones de los más reputados modistos tenían como propósito principal adaptarse a la silueta natural de la mujer y sacarle partido. Más bien han sido siempre las mujeres las que han tenido que modificar su cuerpo a base hábiles juegos de corsés y rellenos para lucir con éxito los vestidos estrella de determinadas épocas.

Y bien podría parecer que todo esto nos queda muy lejos ya a las mujeres del siglo XXI, pero la que no tenga un sujetador push-up o unos leggings reductores en su armario, que tire la primera piedra. Leer Más