Libros que «se borran» solos, el placer de lo efímero

El libro que no puede esperar

Somos una generación perezosa que ha perdido el hábito de memorizar por culpa de lo fácil que nos lo pone todo Google. Nos hemos acostumbrado a tener a nuestro alcance cualquier tipo de información que podamos necesitar, y el que más y el que menos descarga de internet libros, canciones o películas tanto por cuestiones de coleccionismo como simplemente por no querer pagar por ellas.

 

En mi adolescencia uno de mis hobbies era coleccionar citas curiosas. Llegué a llenar varios diarios con frases ingeniosas que leía en alguna novela u obra de teatro, y ponía cierto empeño en aprendérmelas por si en alguna conversación surgía la ocasión de utilizarlas. Mis favoritas eran las de Oscar Wilde. Por aquel entonces yo creía, ingenua de mí, que podía utilizarlas para impresionar a algún chico que me gustase. Alguien debió de haberme avisado de que para eso sobraba con una minifalda y unos buenos tacones. Pero nadie lo hizo, y menos mal porque lo que memoricé en aquella época es lo único que aún perdura entre mis neuronas.

La llegada de internet me hizo un flaco favor en ese sentido, y gracias a esa cosa que tengo pegada a la mano las veinticuatro horas (ipad creo que se llama) puedo encontrar en cuestión de segundos cualquier cita de la que recuerde vagamente dos o tres palabras. El problema es que la leo, la disfruto y la olvido inmediatamente. Igual que esos chistes buenísimos que le oyes al amigo medio cómico de tu pandilla y que siempre se te quedan en la punta de la lengua cuando quieres hacerte el gracioso en una cena familiar.

En medio de esta orgía de información a nuestro alcance, mercados como el editorial tienen que renovarse o morir de inanición, y qué mejor manera de hacerlo que jugando con el morbo de lo exclusivo y de lo efímero. Pues eso precisamente es lo que ha pensado una pequeña editorial independiente de Argentina, que paradójicamente se llama Eterna Cadencia, y que ha sido la responsable de crear El libro que no puede esperar

Este curioso libro, con el que la editorial pretende promover la obra de jóvenes autores, llega a nuestras manos sellado. Una vez que abrimos el envoltorio de plástico y las páginas entran en contacto con el aire la tinta empieza a «envejecer» y desaparecer paulatinamente, y solo disponemos de sesenta días para acabar nuestra lectura antes de que el libro se quede en blanco. Una diversión totalmente contraindicada para personas que se estresen con facilidad o que sean más bien lentas leyendo.

El caso es que el invento ha sido todo un éxito, al igual que esa moda que apareció hace unos meses de mandar emails que solo pueden leerse durante sesenta segundos y después se autodestruyen, y esta editorial vendió en un solo día el lote de libros que sacó a la venta.

Una prueba indiscutible de que el papel, tanto en libros como revistas, no ha muerto. A los consumidores no nos importa pagar por los contenidos, pero queremos que nos ofrezcan un valor añadido que vaya más allá de lo que podemos encontrar en un ebook o una web.

¿Y a ti todo esto qué te parece? ¿Crees que disfrutarías de la experiencia de leer con cuenta atrás? ¿Pondrías más énfasis en recordar tus capítulos favoritos si supieras que solo podrás leerlos durante un tiempo limitado?

Vía | Diarioinsolito.com

3 respuestas a “Libros que «se borran» solos, el placer de lo efímero”

  1. Me parece una idea genial para regalar… Seguro que encontrabamos una cita entre nuestras libretas,…. Yo también lo hacia, creo q estaba de moda tener ese tipo de libretas y nos las copiabamos de unas a otras!! Que recuerdos!! una de mis favoritas era:»Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora» (proverbio indú)

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  2. Las editoriales tienen que reinventar sus técnicas de márketing con la incorporación al mercado de los e-readers, supongo que temen que les pille el toro, como les pasó a las discográficas. Para mí lo mejor de este libro es que luego tú puedes escribir en él el tuyo. Y con tinta imborrable 😉

    Me ha encantado pasarme por tu blog. Hasta pronto.

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