Hace unos días, deambulando por Instagram, me encontré con esta imagen que la maquilladora Alex Box había publicado en su perfil. La instantánea me ha hecho reflexionar bastante sobre el delicado asunto de la conciliación familiar, no solo ya en el ámbito de la moda, sino que cualquier otro de índole artística.
Me ha venido a la mente aquel librito de Lina Meruane que leí hace unos meses, Contra los hijos. En él la autora abordaba el tema de la maternidad en el caso de las mujeres escritoras. Decía Lina Meruane que, si ya era difícil conciliar las necesidades de un hijo con un trabajo convencional, en el caso de las carreras artísticas la dificultad se multiplicaba.
Lo habitual es que la mayoría de las personas que quieren dedicarse a algún tipo de carrera artística, comiencen compaginando con su pasión un trabajo convencional que se encargue de pagar las facturas.
Durante estas primeras etapas el trabajo convencional ocupa gran parte del día, por lo que no queda otra que robarle horas al sueño y al tiempo de ocio para desarrollar el talento artístico en cuestión.
En el caso de los hombres esta dinámica puede perpetuarse de forma indefinida, bien hasta que se consiga triunfar a nivel artístico como para ganarse la vida con la verdadera vocación, bien hasta que el cansancio les haga tirar la toalla.
Pero en el caso de las mujeres el asunto se complica con la maternidad. Al tener un hijo, una mujer ya sufre suficiente al intentar compaginar el trabajo de verdad —el no artístico, el que da el sustento— con la maternidad. Así que de sacar tiempo para seguir trabajando la faceta artística mejor ni hablamos.
También hay casos de mujeres afortunadas, aunque son las menos, que pueden ganarse la vida con su vocación artística. Pero ahí sí que no hay conciliación que valga. Un embarazo en el momento equivocado puede dar al traste con la carrera fulgurante de una actriz prometedora. Y ya no hablemos de una bailarina o una modelo. Si para cualquier mortal resulta duro reincorporarse al mercado laboral después de la maternidad, en determinadas profesiones puede ser simplemente imposible. Durante el tiempo que una artista ha estado fuera de combate para dedicarse a la loable tarea de ser madre, han surgido cien nuevas actrices/modelos/bailarinas jóvenes y talentosas dispuestas a ocupar su lugar.
En el más optimista de los universos paralelos, una mujer que consiga hacerse un hueco en Hollywood ganará menos dinero que sus compañeros masculinos de reparto y tendrá que enfrentarse a más actrices y a una mayor competencia para optar a un menor número de papeles. Si renuncia a tener hijos tendrá algunos años más de margen para hacer carrera, pero en cualquier caso a partir de los cuarenta empezarán a considerarla vieja para la mayoría de papeles de películas y series comerciales. Si quiere tener hijos aumentan las posibilidades de que termine abandonando su carrera mucho antes de ser una vieja cuarentona.
Que no es que me haya levantado yo hoy con el pie izquierdo, o en plan reivindicativo o pesimista. Es solo que creo que en este terreno aún nos queda mucho por hacer. Mientras tanto lo máximo a lo que pueden aspirar muchas madres artistas es a lo que muestra Alex Box en su instantánea: sentirse agradecidas por poder llevarse a sus hijos al trabajo. Ya me gustaría ver en esa misma situación a algún diseñador de moda o director de cine, por poner un ejemplo.