Me da la sensación —a tenor de los cambios bruscos climatológicos que estoy experimentando en Torquay durante los últimos días— de que aquí en Inglaterra están pensando seriamente lo de saltarse el entretiempo, y pasar directamente de las chanclas a las botas de agua acompañadas de chubasquero y con jerseicito debajo.
No es el fin del mundo, pero mientras en España seguís disfrutando de vuestra ola de calor y de que aún es tiempo de llevar sandalias de mujer, y encima os las podréis comprar baratísimas por aquello de las liquidaciones de final de temporada.
Y es que tengo que confesar de que yo soy de las que aprovecha para comprar abrigos a finales de invierno y sandalias a finales de verano. Que lo de ser blogger de moda también sirve para cosas prácticas, como desarrollar un instinto infalible para detectar qué tipo de prendas se van a seguir llevando el año que viene, y que por lo tanto son una buena inversión a final de temporada.

En realidad no es que haga falta ningún súper poder especial para darse cuenta de que en cuestiones de moda la trayectoria es cíclica, y antes o después todo acaba volviendo.
Y ha sido justo durante estas últimas temporadas que me ha tocado lo de hacer mi primer revival y decir ¡pero si eso lo llevaba yo cuando era joven!, refiriéndome a chokers, Dr. Martens y demás componentes del uniforme adolescente de los años noventa.
Porque sí, la década más normcore y sosa de la moda vuelve a ser tendencia, y todo apunta a que ha venido para quedarse. Por eso los catálogos de las principales marcas de moda y tiendas online se ha llenado de cosas que a mí se me antojan nostálgicas, como bombers o prendas denim plagadas de parches de lo más colorido.

En el caso de las bombers hay que tener pies de plomo porque no favorecen a todo el mundo. En algún catálogo las he visto combinadas con voluminosas faldas plisadas, y aunque el resultado no es demasiado catastrófico en una modelo de talla 34, el resto de las mortales que pasamos de esa talla corremos el riesgo de acabar convertidas en mesas camilla andantes.
Si somos de curvas generosas mejor buscar bombers que no queden directamente a la altura de la cintura, sino un poco más abajo. Y para compensar el exceso de volumen que esta prenda aporta en la zona superior de nuestro cuerpo mejor combinarlas con pantalones pitillo o leggings.

Una de las cosas que me encanta de este revival noventero es la vuelta del culto al denim. Nada como llevar tus vaqueros favoritos con una blusa denim y unas zapatillas blancas para rejuvenecer como por arte de magia y quitarse unos años de encima. ¡Y encima es una de las pocas tendencias que se adapta a todo tipo de estilos y de siluetas!

Otra de las prendas que promete ganar protagonismo de cara a este otoño es la falda de tul, aunque en este caso sea herencia ochentera y no de la década de los noventa.
Del mismo modo que ocurre con la bomber, hay que tener mucho cuidado a la hora de combinarla para evitar el exceso de volúmenes, y no todas las siluetas salen airosas de la prueba de lucir una de estas faldas.

Estoy pensando en hacerme con una porque siempre le he tenido muchas ganas, y aunque no me atrevería a llevarla para looks informales tal y como veo en muchos blogs y catálogos, sí que me parece la opción perfecta para una fiesta o un evento especial, combinándola con unas sandalias de tacón y un top de tirantes.
¿Qué os parece este resurgir de la moda de los años noventa? En el último post del COSMOJurado mis compañeras y yo damos nuestra opinión al respecto, así que si aún no lo habéis leído podéis hacerlo en este enlace.