Con la edad la mayoría de las fashionistas aprendemos a dominar nuestro impulso consumista para comprar menos pero mejor. Llega un momento en que es inevitable darte cuenta de que es mucho mejor emplear el presupuesto para calzado de la temporada en comprar un solo par de buenos zapatos, en lugar de comprar tres de calidad mediocre.

Pero claro, cuando una se gasta 80 o 90€ en unos salones, o 140€ en unas botas de piel, quiere que esos zapatos o botas duren el máximo tiempo posible. Ya os he contado alguna vez que mi truco para que mis botas estén el máximo tiempo como nuevas es llevarlas a principios de otoño a una tienda de reparación de calzado —esos típicos establecimientos que no faltan en cualquier centro comercial, donde también hacen copias de llaves y esas cosas—.

Allí, por un precio medio de 10-12€, me las enceran y desodorizan, y me cambian las tapas si es necesario. El resultado merece la pena, porque por esa razonable cantidad de dinero tengo las botas prácticamente como si las volviera a estrenar cada otoño, amortizando así la inversión inicial.

De los zapatos suelo encargarme yo en casa, a menos de que se trate de algún par excesivamente delicado o de alguno al que haya que cambiarle las tapas. Y aunque cuento con un buen arsenal de productos específicos para cada tipo de material, no siempre ha sido así. En muchas ocasiones me ha tocado tirar de trucos caseros para limpiar alguna mancha rebelde en algunas sandalias de ante, o para devolver el brillo a unos oxford de charol.

Y son precisamente estos trucos caseros los que he querido compartir con vosotros en mi Cosmoclip de esta semana.