Hace tiempo que estoy un poco desencantada con YouTube, como muchos de vosotros, y por eso a veces me dedico a saltar de vídeo en vídeo en busca de un poco de aire fresco. En uno de estos saltos acabé viendo a una youtuber a la que no sigo y que no me llamó especialmente la atención, pero a la que tengo que agradecerle el haberme descubierto a Joana Ceddia.
La youtuber cuyo vídeo estaba yo viendo en ese momento —cuyo nombre ni siquiera recuerdo, a pesar de que tenía varios millones de suscriptores— se quejaba de la falta de naturalidad que imperaba desde hace varios años en la plataforma de vídeos. Con toda la razón del mundo. Y ponía a Joana Ceddia como ejemplo de lo que era YouTube en sus orígenes y de lo que casi no queda rastro hoy en día: gente divertida que aporte frescura, que se grabe sin pretensiones y que encima entretenga.
Joana tiene 17 años, se graba con la cámara delantera de su iPhone, apenas lleva seis meses en el mundillo videoblogger y está como una regadera. Y aunque sus vídeos distan mucho —a propósito— de la estética cuidada y perfeccionista a la que parecen aspirar todas las youtubers, lo cierto es que ella atesora ya más de un millón y medio de fieles suscriptores deseosos de partirse de risa con sus nuevas locuras.
El room tour que hizo después de redecorar su cuarto es sencillamente hilarante, e igual de desternillante es el vlog en el que muestra cómo montó su nueva cama de IKEA. Eso por no hablar de ese otro vídeo en el que le da por cortarse el pelo con sus tijeras de manualidades para pegarlo con cinta adhesiva a la pared para sorprender a su madre.
Es difícil decir dónde está la línea que separa la parodia de la Joana real, porque esta chica tiene toda la pinta del mundo de ser un todo un personaje. Aunque yo daría lo que fuera por tenerla como amiga porque seguro que es imposible aburrirse teniéndola cerca.
No vais a aprender nada nuevo o útil con ella, pero lo mismo os echáis unas risas con sus ocurrencias.