El árbol Frankenstein que aúna 40 especies de árboles distintos

El árbol Frankestein

Cuando me topé con este artículo hace unos meses decidí guardármelo en esa nota infinita de mi móvil en la que atesoro enlaces de cosas sobre las que quiero escribir. En ese momento mi opinión sobre el árbol Frankenstein no era demasiado positiva, tengo que admitirlo. Por si no tienes ni la más remota idea de lo que es un árbol Frankestein te lo explico muy brevemente.

Se trata de lo que los medios han bautizado como una curiosa obra de arte y un prodigio de la agricultura al mismo tiempo. El artífice de este prodigio es Sam Van Aken, un profesor de Arte de la Universidad de Siracusa en Estados Unidos, que tuvo la peculiar idea de combinar en uno solo nada menos que 40 especies de árboles diferentes.

Ayudado de un equipo de biólogos y agricultores y usando únicamente técnicas de injerto convencionales, Van Aken ha jugado a ser un dios y se ha sacado de la manga un árbol que no solo es capaz de producir 40 especies de fruta diferentes, sino que además va cambiando de color y de aroma en función de la época, convirtiéndose en un espectáculo cuanto menos curioso para quienes tienen la suerte de presenciarlo.

El motivo principal por el que no me apasionaba el concepto de árbol Frankenstein es porque me parecía una tremenda falta de respeto a cada una de las especies de árboles que lo componen. Era como decirles a cada uno de esos árboles individuales que no nos parecen suficientes. Que no nos basta con que alguno de ellos fuera originalmente un cerezo perfecto, sino que además esperamos que como mínimo sea también capaz de proporcionarnos ciruelas o nectarinas.

Y esto no es otra cosa que un fiel reflejo de una sociedad que exige y espera todo de nosotros. Tenemos que lograr el éxito laboral, pero sin descuidar la familia. Conseguir la independencia económica, pero tratando de respetar esa vocación que nos hace felices. Seguirle el ritmo a la tecnología, pero sabiendo cuándo tenemos que desconectar. Cuidarnos, pero sin obsesionarnos demasiado para no parecer muy ridículos. No importa en qué lado de la balanza caigamos porque siempre habrá quienes nos critiquen sin piedad desde el opuesto.

Todo ese tumulto de expectativas ajenas se nos queda como flotando de un sitio a otro dentro de la cabeza y no nos deja tomar nuestras propias decisiones. No nos atrevemos a disfrutar del placer de centrarnos en ser una sola cosa por miedo a todas las que se quedan fuera: FOMO en estado puro (fear of missing out, miedo a perderse algo).

Comencé a escribir este texto despotricando sobre el pobre árbol Frankenstein —como si él tuviera la culpa de algo— pero luego se me quedó perdido a medias por ahí, en alguna carpeta del portátil, hasta hoy, que he vuelto a encontrármelo.

Y debo de haberme levantado algo más optimista, porque ahora la idea no me parece sino una alegoría maravillosa de las cosas bellas e increíbles que se pueden lograr cuando se deja el ego a un lado para formar parte de algo más grande que nosotros mismos. ❤️

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Quizá no lo sepas pero a lo largo del año pasado mandé una newsletter personal, llamada No viene a cuento, en la que un par de veces al mes hablaba de todas esas cosas que por un motivo u otro se me quedaban en el tintero por no tener cabida en el blog. Lo hice a través de Revue, pero una de las consecuencias del caos que Elon Musk ha traído a Twitter es que esa plataforma va a desaparecer de forma definitiva a finales de este año. Por eso he decidido mudarme a TinyLetter y además, a partir de ahora, los textos que vaya enviando no se quedarán registrados en ninguna parte, solo podrás leerlos en tu correo si te has suscrito para recibirlos. Si no lo has hecho aún, solo tienes que seguir este enlace. Añade mi email (carmen@novieneacuento.com) a tu lista de contactos para asegurarte de que no te pierdes ninguno y de que estamos en contacto. ¡Estoy deseando leer tus respuestas! 💌

2 comentarios sobre “El árbol Frankestein

  1. A mí me gusta el árbol, lo que pasa es que creo que al pobre lo han bautizado mal. No me gusta su nombre. Para mí es el árbol de cachitos. Y eso somos nosotras, ¿no? Cachitos de experiencias, vivencias, recuerdos, cachitos de ganas y de Días felices.
    Estoy deseando leer tu nueva newsletter. Esperando estoy dando a F5 en Gmail.

    Le gusta a 1 persona

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