Las personas somos animales de costumbres: si estamos satisfechos con nuestra rutina, ni tan siquiera la perspectiva de mejorar es, en muchas ocasiones, suficiente motivación para sacarnos de nuestra zona de confort. En varias empresas en las que trabajé las cosas se hacían de una determinada manera porque siempre se habían hecho así, y más de una vez me encontré con jefes y supervisores que no querían ni oír hablar de sugerencias sobre cómo optimizar procedimientos para hacerlos más seguros o eficaces.
Nos acostumbramos a ciertos flujo de trabajo, o a ciertas herramientas, y nos da una pereza infinita la mera idea de cambiar, aunque solo sea por la curva de aprendizaje que conlleva. Algo así me pasaba a mí con mi portátil: tras más de diez años siendo usuaria de macOS no acababa de atreverme a dar el salto de vuelta a PC a pesar de que las nuevas generaciones de portátiles de Apple me llamaban cada vez menos la atención. Los precios de los MacBook han seguido creciendo de forma constante durante los últimos años, pero no me daba la sensación de que las especificaciones estuvieran a la altura del dinero que se pagaba por ellas.
La gota que colmó el vaso llegó con la pandemia. Con los confinamientos, el grupo de aficionados a los juegos de mesa del que formo parte empezó a organizar quedadas online para jugar a ciertos juegos que tenían adaptación en Steam, y a quien entienda del tema no hará falta que se lo diga, pero Steam y macOS se llevan fatal. Me encontré con que a mi MacBook, que a pesar de tener ya algunos años fue en su momento el tope de gama, se le atragantaban juegos no demasiado exigentes como Roots o Wingspan, mientras que mis amigos podían jugar sin problemas en PC con los mismos años e inferiores especificaciones técnicas.
Así que cuando mi MacBook, que ha tenido que pasar por dos cambios de placa base por culpa de un defecto de fábrica, empezó a darme problemas de nuevo hace unos meses, decidí que quizá era el momento adecuado para volver a PC/Windows.
El cambio ha sido menos traumático de lo que me había imaginado, y he querido hacer un pequeño vídeo mostrando cómo tengo configurado mi Yoga Slim 7 y los programas que uso en mi día a día, por si os sirve de inspiración o por si alguno de vosotros se está planteando también dar el salto de vuelta a Windows.