Claire Underwood, la maquiavélica co-protagonista de la serie House of Cards y esposa de un marido aún más maquiavélico si cabe, se ha convertido en la perfecta personificación de la definición de estilo impecable. Varias amigas estilistas me han comentado que son cada vez más las clientas que les piden vestir a lo Claire Underwood. Porque no nos engañemos: muchas de nosotras querríamos ser Claire. Puede que nuestra propia versión de Claire, con algo menos de maldad y corrupción, pero Claire al fin y al cabo.
El personaje de Robin Wright ha conseguido trascender la pequeña pantalla de nuestros ordenadores portátiles para convertirse en uno de los grandes iconos de estilo de los últimos años. Pero su principal logro ha ido mucho más allá. Claire Underwood nos ha enseñado que se puede ser sexy y sofisticada cuando se rondan los cincuenta, esa edad tan temida por la gran mayoría de las actrices de Hollywood. Nos ha enseñado que no hacen falta operaciones de estética ni excesos de maquillaje para seguir estando espectacular a los 48. Porque Claire emana ese poderoso magnetismo irresistible gracias precisamente a toda la experiencia que se adivina a raíz de esas finas arrugas que rodean sus ojos.
Es tan carismática que no solo no necesita ampararse bajo el manto de una melena hollywoodiense, sino que hace del corte pixie su principal seña de identidad (niñas, no intentéis esto en casa, por mucho que nos guste esta Primera Dama ficticia desafortunadamente el pixie no es para todas).
Para su vestuario el departamento responsable en la serie empezó inspirándose en Lauren Bacall y Carolyn Bessette-Kennedy. Prendas estructuradas de líneas puras que rara vez salían de la paleta de los tonos neutros, con una clara preferencia por el gris. Porque Claire Underwood vive en en Washington, pero se viste para trabajar como si fuera una auténtica neoyorquina. Con la principal diferencia de que a ella no la pillaremos jamás en vaqueros. Su único desliz al respecto coincidió con el que fue también su mayor desliz sentimental, cuando se marcha solo con lo puesto a visitar su amante, ese atractivo fotógrafo, y no le queda más remedio que robarle del armario unos vaqueros y una camisa blanca. Pero incluso con ese puntual atuendo masculino, Claire sigue siendo Claire, lo que me da que pensar que sus estilismos casuales tampoco tendrían desperdicio en caso de que ella misma se los concediera.
Pero lo que a mí me fascina de verdad son sus pijamas. No es que hayamos podido ver una gran variedad en estas tres temporadas -alguno negro, la mayoría en blanco o marfil-, pero siempre pijamas de corte masculino confeccionados en seda o satén. De esos que al verlos una tiene la certeza de que son el verdadero uniforme nocturno de las mujeres poderosas. Y claro, de pronto me veo yo, con mis pijamas viejos y desparejados, con mis sudaderas desgastadas a golpe de lavadora. Entonces me doy cuenta de que por ahí es por donde tengo que empezar. Puede que no pueda copiarle a Claire su estiloso corte de pelo o sus outfits de prendas inaccesibles para mí, pero sí que puedo copiarle los pijamas. Vale, no voy a comprarlos en La Perla, pero seguro que encuentro opciones parecidas adecuadas a mi presupuesto.
Y hablando de copiarle el look a Claire: si estáis pensando en lo mismo quizá os venga bien echar un ojo a la web LookLive, que nos permite ver un episodio y al mismo tiempo comprar la ropa que llevan puestos los personajes. Lo mejor es que nos ofrecen tres opciones de compra: por un lado las prendas reales, por otro una opción parecida y por último una opción más barata. Para que el presupuesto no sea una excusa, que las mortales de a pie no podemos permitirnos esos bolsos de Saint-Lauren.
Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Me encanta el estilo tan elegante de esta mujer. Aunque también es cierto, que tiene un cuerpazo que ayuda bastante. Cualquier cosa que se pone, le queda estupenda.
http://www.unacerezaeneltejado.wordpress.com
Me gustaMe gusta