Hasta hace unos años en Andalucía era una especie de costumbre bastante arraigada que la novia se dejara el pelo bien largo para hacerse un peinado de lo más elaborado el día de la boda, y que luego se lo cortase para volver a la normalidad después de la luna de miel. La consecuencia de este gesto es lo que les ha acabado pasando a muchas de mis amigas y conocidas: que ahora ven su álbum de fotos del gran día y no se reconocen en él.
No puedo hablar en primera persona de este asunto porque no he pasado por la tesitura de ir al altar, pero creo firmemente que las novias más guapas son aquellas que apuestan por la naturalidad y son fieles a su estilo el día de su boda, en lugar de disfrazarse cual Cenicientas. Por eso me gustan tanto los peinados sencillos, frente a esos recogidos barrocos y excesivos que veo muchas veces —y de los que es casi imposible quitar los granitos de arroz que te tiran al salir de la iglesia—.
La siguiente imagen es una buena prueba de que no hace falta complicarse demasiado: un pasador-joya o un broche puede dar el toque de glamour suficiente a un recogido deshecho.
Otra opción para acompañar a una melena suelta y ondulada son las diademas, llevadas de forma tradicional o como coronas.
También se puede optar por un look sofisticado sin necesidad de llevar recogidos complicados: bastará con que demos con un tocado que nos guste y con el que nos veamos favorecidas.
Pero mi opción favorita para conseguir un look romántico y relajado son si duda las flores naturales, capaces de hacer inolvidable una simple trenza de espiga.
que bonitos me parecen pero las trenzas me pirran
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El tercero me encanta… sin duda que este post será de gran ayuda!! Muchas gracias por compartirlo con todos nosotros
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Muchas gracias a ti por pasar por aquí y comentar. 😉
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