Supongo que es inevitable: si tienes menos de diez años, te gustan los animales, y tus padres o el cole te llevan al zoo, te pasas una buena temporada fantaseando con tener una vida tan emocionante como la de esas personas que has visto allí, cuidando y atendiendo a toda clase de ejemplares fascinantes. No se te ocurre mejor trabajo que el de pasar todo el día rodeado de leones, chimpancés, koalas y jirafas. Yo también pasé por esa fase infantil, y aunque al final la vocación me llevó por otros derroteros, hace unas semanas tuve la oportunidad de quitarme la espinita gracias a un regalazo que me ha hecho mi chico: la experiencia Keeper for a day del zoo de Paignton.
El zoo de Paignton —uno de los más grandes de Inglaterra— tiene a disposición de sus visitantes distintas experiencias educativas en las que los participantes pueden interactuar por ejemplo con las tortugas gigantes, los tapires o los suricata, y que suelen tener una hora de duración. La experiencia Keeper for a day —cuidador por un día— es sin duda la más completa e intensa: cuatro horas acompañando y ayudando a los cuidadores de diferentes departamentos. Para participar en ella hay que pagar £195, ser mayor de 16 años y no tener miedo de ensuciarse las manos y las botas.
Porque, aunque yo pensaba que el trabajo iba a ser algo de carácter simbólico, lo primero que me dieron nada más llegar al departamento de grandes mamíferos fue ¡una carretilla con una pala para limpiar el hábitat de los tapires! Y es que si algo queda claro desde el primer minuto de la jornada en el zoo, es que el de cuidador es un trabajo que puede resultar muy duro en determinados momentos.
Después de alimentar a los tapires llegó el momento de ayudar con la limpieza en la zona de las jirafas, uno de los lugares en los que más disfruté sin duda. Pude conocer y saludar a la nueva estrella del zoo, una bebé jirafa que había nacido tan solo tres semanas antes. Además, me dejaron mimar un poco a las jirafas adultas dándoles de comer sus hojas favoritas, que para ellas es el equivalente a nuestras golosinas.
Nunca he comprendido a la gente que disfruta con la caza deportiva, pero si hay algo que no entiendo es qué satisfacción puede aportarle a una persona cazar una jirafa. Creo que puedo llegar a imaginarme el reto que supone para un cazador el hecho de derrotar a un gran depredador como un tigre o un león —aunque no lo comparto para nada; para mí no tiene mérito alguno abatir con un rifle a un animal desde la seguridad de la distancia—. Pero jamás entenderé que un animal tan pacífico y tranquilo como una jirafa suponga un trofeo del que sentirse orgulloso.
Después de una breve visita a la rinoceronte, y como no podía ser de otra manera estando en Inglaterra, hicimos un breve descanso para tomar el té. Descanso que mis piernas y mi espalda agradecieron infinitamente, porque a esas alturas de la mañana ya estaba agotada de tanto caminar por el zoológico, que por cierto ¡es enorme!
Tras la pausa para el té llegó el momento de dar a los pelícanos su desayuno, algo que a priori podría haber sido una actividad tranquila si no fuera por lo estresante que resulta el hecho de que las gaviotas de la zona se empeñen en robarles la comida a los animales del zoo. Me hubiese encantado hacer alguna foto o vídeo, pero con las manos llenas de pescado no era cuestión de ponerme a toquetear el móvil. 😛
Después pude acompañar al responsable del departamento de aves que me explicó con todo detalle todo cuanto quise saber sobre los habitantes con plumas del zoo. Una de las cosas que más me ha gustado de este zoológico es el hecho de que los animales no están enjaulados, sino en amplios hábitats que reproducen las condiciones de sus hábitats naturales. Las aves por ejemplo estaban sueltas repartidas en dos grandes invernaderos según la compatibilidad de unas especies con otras. Uno de los invernaderos era una reproducción de un bosque tropical, y los pájaros volaban libremente por él, posándose sobre los árboles e incluso bajando a los comederos que estaban situados a ras de suelo y cerca de las zonas de paso del público. El segundo invernadero reproducía una zona más desértica y acogía a especies para las que ese clima era más apropiado.
El departamento de anfibios y reptiles era el que menos me llamaba la atención en un principio, pero al final resultó ser de lo más interesante. Tuve la oportunidad de dar de comer a las tortugas gigantes, y de visitar The Nursery, un lugar con algunas de las especies más exóticas que estaban intentando criar en cautividad o que estaban esperando para ser trasladadas a otros zoológicos.
Me sorprendió descubrir la gran cantidad de ejemplares del departamento de anfibios y reptiles que llegan al zoo desde la aduana del aeropuerto de Heathrow, después de ser interceptados en envíos ilegales. Tuve una conversación muy interesante con el encargado del departamento, que me explicaba que tienen en el zoo algunas parejas de especies protegidas de tortugas que ellos estarían encantados de liberar en su país de origen, si no fuera porque estas tortugas se cazan de forma extremadamente fácil para ser utilizadas para fabricar remedios naturales de la medicina china tradicional. Remedios cuya eficacia es cuestionable, pero que son tan populares que son los causantes de que muchas de estas especies estén amenazadas.
Terminé mi jornada como cuidadora del zoo en el departamento de primates, dando de comer a los simpáticos lémures y compartiendo un rato de cosquillas con Naomi, una hembra de gibón gris absolutamente adorable que solo quería que le hiciesen mimos y a la que tienen bastante consentida por su avanzada edad —¡nada menos que cuarenta años—.
Ha sido una experiencia increíble que repetiría sin dudar. Fue maravilloso poder ver en primera persona lo duro pero gratificante que es el trabajo de los cuidadores del zoológico de Paignton, y el cariño y respeto que profesan hacia los animales de los que cuidan. Uno de ellos me dijo que adora su trabajo, pero que le encantaría ver el día en que la raza humana es lo suficientemente respetuosa con los animales como para que no sea necesario tener reservas o zoológicos en los que conservar especies para protegerlas de la extinción. Me alegra saber que, mientras llega ese día, hay lugares como el zoo de Paignton cuya prioridad principal es el bienestar de los animales.
¡Me muero de envidia! En esta casa nos encantan los animales y esa experiencia es algo que nos escantaría hacer. Me parece super-educativo a la par que divertido.
Un saludo
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¡Pues animaos, que seguro que algún zoo que os pille cerca ofrece la experiencia! Merece sin duda la pena. 😄❤️
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