Pocas cosas despiertan tanto odio en tantas personas tan diferentes como el algoritmo de Instagram. No importa cuántos años hayas estado cuidando tus publicaciones o a la comunidad que las rodea: probablemente, si tienes una cuenta en esa red social, habrás visto cómo poco a poco tu alcance orgánico ha ido cayendo en picado hasta llegar un punto en que la única manera de que tus propios seguidores vean tu feed es pasando por caja y haciendo promociones de forma casi constante.
Pero esta semana Business Insider contaba en un artículo que, durante los últimos meses, Instagram habría estado contactando de forma privada con varios influencers y creadores de contenido para revelarles la fórmula con la que vencer al infame algoritmo. A mí esto me da que pensar; porque tremendo y palpable tiene que ser el descontento en general entre estos usuarios como para que Instagram baje de su pedestal para darles trucos con los que poder recuperar parte del engagement perdido. O quizá están asustados ante el éxodo de creadores hacia TikTok, red en la que la navegación a base de hashtags hace que sea mucho más fácil ser descubierto por nuevos posibles seguidores. Espero que al menos tengan claro que sin gente que cree contenido de cierta calidad, las plataformas de este tipo están condenadas.
La receta que Instagram ha dictado a este selecto grupo de creadores para conseguir mayor alcance y número de interacciones es la siguiente:
- 3 publicaciones en el feed a la semana (que además de fotos pueden ser Reels o vídeos de IGTV)
- 8-10 historias a la semana (al menos 2 al día)
- 4-7 Reels a la semana
- 1-3 vídeos en IGTV a la semana (para los que también valdrían los directos)
Viendo estas directrices solo se me ocurren dos formas de llevarlas a cabo: o bien dedicando todo nuestro tiempo a esta red social, o bien olvidándonos por completo de la calidad y subiendo todo tipo de estupideces todo el rato, para no bajar el ritmo en ningún momento. La segunda opción es directamente estúpida, y la primera simplemente es inviable.
Ningún creador de contenido va a querer dedicar todo su tiempo a una única plataforma, y menos precisamente a Instagram que es la ma´s difícil de rentabilizar. Y mucho menos aún una marca, a no ser que se trate de una multinacional con presupuestos exorbitados para marketing online, va a querer dedicar tantos recursos a la tarea.
Justo hace unas semanas decidí que quería invertir en otras cosas todo el tiempo que le estaba dedicando a mi cuenta de Instagram y anuncié que me tomaba unas vacaciones por tiempo indefinido. Después de leer este artículo de Business Insider creo que tomé la decisión correcta, porque ni siquiera con todas las horas que le venía dedicando a esta red social hubiera podido cumplir con esos objetivos de creación de contenido que la empresa sugiere.
Instagram siempre me ha parecido una plataforma que pide mucho pero que da muy poco a cambio. Nuestras publicaciones no pueden ser reblogueadas como sí ocurre en Facebook o Twitter, y es prácticamente imposible compartir artículos del blog por aquello de que la única forma de publicar enlaces es desde la biografía o desde las historias cuando se tienen más de 10.000 seguidores. Si veo un artículo que me ha gustado y que creo que puede interesar a mis contactos, todo lo que puedo hacer para compartirlo es hacer una captura de pantalla y subirla a las historias. A Instagram le aterroriza que sus usuarios abandonen la plataforma aunque solo sea por unos minutos, por eso hace todo cuanto está en su mano para retenerlos allí a cualquier precio, y eso no pone nada fácil el intercambio de información de interés.
Y al no haber forma directa de monetización no es de extrañar que los creadores profesionales prefieran mantenerse en otras plataformas como YouTube, en lugar de lanzarse de cabeza a IGTV, que era con lo que Instagram soñaba.
Yo, de momento, no me arrepiento de haber hecho un paréntesis por allí. El tiempo dirá. Porque al final eso es lo que importa: a qué y a quiénes les regalamos nuestro tiempo.