Como buena aficionada a los perfumes que me considero, tengo en mi haber más fragancias de las que me atrevería a confesar sin un poco de pudor. Dejémoslo en que sobrepaso las dos docenas de forma holgada. Algunas de ellas son esencias que llevo usando ya muchos años, y son el equivalente a esos vaqueros favoritos con los que no solo estoy cómoda sino que además me veo con buen tipo.

Tengo varios frascos de mi elixir (perfume concentrado) favorito de Dior, Hypnotic Poison Elixir, que fue descontinuado hace algunos años y que por lo tanto ahora reservo para ocasiones especiales. Tengo otros que no son tan de mi estilo como los míos de siempre, pero que compré en arrebatos de experimentación y que uso cuando mi estado de ánimo me pide un cambio.

Y por último tengo también algún perfume personalizado, de esos que se crean a base de ir mezclando las notas que uno encuentra más apetecibles. Pero quitando mi elixir preferido que ahora tengo que dosificar, ninguno de los otros perfumes me parece perfecto por sí solo, y por eso siempre ando echando mano de la técnica conocida como layering.

El layering consiste en combinar dos o más perfumes, y aunque casi todo vale a la hora de hacerlo, yo sigo estos tres pasos:

1. Aplico una base de aceite de vainilla. Una nota simple, pero poderosa, y que encaja bien con el tipo de perfumes de la familia gourmand que suelo usar. Además, la textura en aceite hace que se fije aún mejor el perfume que aplico en segundo lugar.
2. A continuación aplico el perfume en spray que suele llevar todo el protagonismo. Me gustan las fragancias dulces pero no empalagosas, con un cierto toque oriental. Es importante esperar a que el perfume se haya secado por completo en la piel antes de aplicar el tercer paso.
3. Termino con un poco de bruma corporal, que puede ser un poco más fresca o cítrica (nunca floral), y que se evapora más rápido y  por lo tanto ejerce de notas de salida del conjunto de mi «fragancia personal» para ese día.

Mientras que para los pasos uno y dos solo hago aplicaciones en los llamados puntos de pulso, la bruma corporal sí que la uso en otras zonas del cuerpo más expuestas como los antebrazos o incluso las piernas en verano. No siempre sigo los tres pasos a rajatabla: a veces me limito al aceite y el perfume, y otras veces, si quiero ir más ligera, uso solo un poco de bruma sobre el aceite de vainilla.

Lo que supongo que os habrá quedado claro al descubrir toda esta parafernalia mía es hasta qué punto me gusta personalizar mis fragancias, así que os podéis imaginar lo intrigada que me quedé cuando recibí la nota de prensa de NINU (patente pendiente), un dispositivo presentado en esta edición del CES que nos promete un perfume diferente para cada día con tan solo seleccionar las notas desde una aplicación de nuestro móvil.

NINU funciona con cartuchos recargables de esencias base en su interior, que nosotros podremos ir combinando bien para crear una fragancia totalmente personalizada, o bien para ir variando de perfume según la ocasión o incluso nuestro estado de ánimo. De esta forma, partiendo de la base de las notas que hayamos seleccionado como ingredientes principales de nuestro perfume, podremos ir jugando para intensificar más unas u otras y evitaremos caer en el aburrimiento, pero sin tener que gastar dinero en frascos de diferentes marcas.

Con ingredientes veganos y libres de ftalatos, parabenos y sulfatos, NINU apuesta además por la sostenibilidad y cuida del medioambiente optando por embalajes minimalistas y sin plástico.

Está previsto que la campaña de crowdfunding para dar vida a este proyecto comience a finales de marzo, y yo desde luego que pienso seguirles la pista muy de cerca.