Aunque ya he publicado este artículo en Más de Moda, un blog para el que he empezado a escribir recientemente, quiero compartir este post también con vosotr@s…
Este año el verano está tardando en llegar, pero probablemente en cuanto haga acto de presencia a muchas y a muchos les entrarán las prisas por broncearse lo más rápidamente posible. Prisas que en algunos casos se acentuarán debido a los pocos días de playa y vacaciones que algunos podremos permitirnos este año. Pero si las prisas son malas consejeras, más aún en temas de sol y bronceado, que tan íntimamente están ligados a la salud.
Así que, si eres de los que prefiere lucir moreno a pesar de que las tendencias dicten que las pieles blancas están de moda, sigue al menos estos pequeños consejos para no sufrir en unos años la pesadilla del fotoenvejecimiento prematuro y de las manchitas en la piel (por no ponernos extremistas y hablar de cosas peores…).
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Antes de salir de casa, dúchate para eliminar restos de desodorantes o perfumes, que pueden provocar un bronceado irregular, y aprovecha para exfoliarte.
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Aplica tu protector solar al menos media hora antes de la exposición. Respecto al protector solar, nunca temas pasarte. Mejor empezar con factor muy alto para ir reduciendo a medida que te vayas bronceando. Si empiezas usando una protección muy baja para broncearte deprisa y te quemas, además de estar un par de días de mal humor y luciendo el tono rojizo característico de las turistas suecas, tendrás que empezar desde cero, ya que cuando mudes la piel quemada, volverás a estar como al principio (de paliducho/a, quiero decir).
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Lo hemos oído mil veces, pero lo repetiremos una vez más: nada de tomar el sol en las horas más calurosas, es decir, entre las 12 h. y las 16 h.
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Hidrátate, bebe mucha agua, y protege tu cabeza del sol con una pamela divinísima. O con un pañuelo hippie, como quieras, pero protégete.
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Cuando estés al aire libre no olvides ponerte protección cada dos horas, aunque no te bañes, ya que el sudor también se lleva por delante toda la protección.
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No te fíes ni un pelo de las nubes. Aunque te parezca que en los días nublados estás a salvo de los efectos dañinos del sol, lo cierto es que sus rayos pueden traspasarlas, y a veces es incluso peor porque pueden hacer «efecto lupa».
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Muy importante: la exposición directa al sol no debe sobrepasar los 15 minutos diarios. Así que vence al tanoréxico que todos llevamos dentro y olvídate de las siestas de dos horas al sol, a menos de que en unos años quieras estar arrugada como una pasa y gastándote la paga extra en inyecciones de bótox y ácido hialurónico.
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Cuando vuelvas a casa después de un día de playa o piscina, dale a tu piel una sobredosis de hidratación, que se lo merece ya que al fin y al cabo el bronceado es un mecanismo de defensa de la pobrecilla ante los perversos rayos solares.
Sólo 15minutos?? madre mía! en sólo ese tiempo no te da tiempo a pasear y darte un baño en la playa xD
A ver cuándo estreno mi maniquí!! jj
1besote
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Lo de los quince minutos se refiere a cuando te tumbas al sol «en plan lagarto». 😉
Yo también estoy deseando que estrenes ese maniquí, y que presentes tu primera colección para escribir sobre ella, que seguro que es una pasada!!! 😀
Un besazo!
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