Todos hemos fantaseado alguna vez con encontrar la manera de viajar en el tiempo para advertirnos a nosotros mismos de lo que el futuro nos tenía preparado, o para hacernos cambiar de opinión respecto a alguna decisión importante que en su día tomamos, y de la que tiempo después nos arrepentimos.
Si pudiera enviar un mensaje a mi «yo» a los dieciséis años trataría de convencerme de no tener tan en cuenta la opinión de los demás sobre mí misma, y me obligaría a tomarme menos en serio alguna que otra ruptura amorosa.
En realidad, no querría más cambios, porque todo lo que soy ahora es fruto de cuanto me ha ido pasando y de mi manera de enfrentarme a las cosas, aunque sí que haría como en este vídeo, y me pediría a mí misma prestar más atención a mi salud.
Se acercan el verano y los días de playa, y el engañoso aspecto saludable de una piel muy bronceada es a veces demasiado tentador. Si pudiera hablarle a mi yo a los dieciséis años, le diría que se olvidara de locuras con aceites bronceadores a horas peligrosas, que nunca se metiera en una cabina de rayos UVA, que la piel blanca también es hermosa, y que jamás, bajo ningún concepto, se debe arriesgar la salud por motivos estéticos. (Sigue leyendo para ver el vídeo)
*Quiero dedicar este post a dos de mis amigas: Uxue, que debe de odiarme por la tabarra que le di cuando me comentó que quería darse rayos UVA, y Amalia por la de veces que le queda por escuchar de mis labios que deje de dárselos.




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