Una de las cosas que más me gustó de Logroño cuando me mudé aquí a finales del verano pasado fue descubrir que es una ciudad casi perfecta para ir en bici. Muchas zonas verdes, pocas cuestas, una distribución de carriles bici bastante decente. Puede que aún no esté a la altura de otras capitales cercanas como San Sebastián o Vitoria pero a mí me parece mucho más adecuada para pedalear que Madrid, donde las distancias pueden ser insalvables y el tráfico potencialmente peligroso, o que Córdoba, una ciudad en la que puedes elegir entre perder las orejas por congelación durante el invierno o bien deshidratarte si se te ocurre coger la bici en los meses de julio o agosto.

Así que, como en casa solo tenemos un coche y era imposible ponernos de acuerdo con los horarios, aproveché la coyuntura para rescatar del trastero una bici vieja vintage de mi novio. Tras hacerle un par de ajustes, cambiarle las luces y comprarle una flamante cesta nueva, la bici estaba lista para acompañarme en mis nuevas aventuras por tierras logroñesas. 

Montar en bici es algo que nunca se olvida, no importa cuántos años pasen desde la última vez que lo hiciste. Lo que sí que se nos suele olvidar es que esos años que pasan también pesan, y que aunque tú te creas en forma por ser capaz de dar alguna que otra carrera cuando vas a perder el autobús, lo cierto es que los primeros días vas con la lengua fuera después de un cuarto de hora pedaleando.

Una vez superados los sofocos iniciales llega el momento de preocuparse por el atuendo, sobre todo si se usa la bicicleta para ir a trabajar. Obviamente no hace falta decir que toca despedirse de las faldas de tubo y de los tacones de aguja, pero eso no significa que haya que disfrazarse de Indurain a punto de correr en el Tour de Francia. Shorts, leggings, vestidos vaporosos, Converse, bailarinas… Todo es cuestión de encontrar el punto adecuado de comodidad sin renunciar al estilo, y para que no os falte inspiración aquí os he reunido algunas propuestas en una galería de fotos.

Ir en bici me brinda la excusa perfecta para justificar mi reciente e insana obsesión por las mochilas. Me gusta dejar la cesta libre para poder llevar la compra o lo que se tercie, y como los bolsos de asa larga y los de tipo messenger son bastante incómodos la mochila se convierte en la aliada perfecta, además de aportar un aire de lo más rejuvenecedor que ya lo quisieran muchas cremas de efecto lifting.

En cualquier caso si andas en busca de inspiración puedes echar un vistazo a este blog especializado en street style de gente que va en bici por las principales ciudades de nuestro país. No actualizan tanto como a mí me gustaría, pero algo es algo.

Y para terminar un vídeo muy divertido de todas las cosas que se pueden hacer mientras montamos en bicicleta. Yo con algunas todavía no me atrevo…