Decía Yves Saint Laurent que un buen diseño puede soportar la moda de diez años, y supongo que es una máxima que puede extrapolarse también al apasionante mundo de los zapatos femeninos.  Pero echando un vistazo a algunas de las propuestas para esta temporada que hemos visto sobre la pasarela no puedo evitar preguntarme qué pensarán de sí mismas las mujeres que dentro de diez años se vean en alguna foto antigua llevando alguno de estos diseños que hoy quiero mostraros. Porque por muy abierta de mente que sea una a veces hay ciertos alardes de vanguardismo en los desfiles que no hay por dónde cogerlos. 

Para que la impresión no sea demasiada empiezo por una de las propuestas menos descabelladas, la de las botas con lengüetas de mocasín de Gucci. En este caso concreto puede que sea solo una cuestión de gustos y supongo que habrá muchas chicas a las que les encanten. A mí me da la sensación de que el efecto óptico con el que juegan puede volverse en contra de aquellas que no tienen los gemelos tan delgados como los antebrazos y terminar haciendo que tus piernas parezcan mucho más gruesas de lo que son.

Como os decía lo de las botas de Gucci puede ser cosa de gustos, pero coincidiréis conmigo en que los tacones de estética Mazinger Z de Prada ya son harina de otro costal. Me cuesta imaginar al tipo de mujer capaz de llevar sin reparos tacones como estos, más allá de las temerarias fashionistas que están dispuestas a todo a cambio de que las saquen en la sección de street style de cualquier cabecera de moda mientras esperan a las puertas de algún desfile.

La propuesta de Alexander Wang es un quiero y no puedo: quiero ser unas botas, quiero ser unos zapatos destalonados, pero al final no soy ni lo uno ni lo otro. Pero seamos positivos, puede que estos extraños botines destalonados sean la solución perfecta para estos días tan locos de entretiempo en los que con tanto cambio de temperatura una ya no sabe muy bien qué ponerse para no pasar frío/calor/frío/calor/etc.

Este homenaje de Raf Simons a las míticas sneakers ha sido muy aplaudido por los apasionados de Christian Dior. Para mí son una prueba irrefutable de que la insana obsesión de nuestros días por el running empieza a pasarnos facturas que no podemos costear. El único outfit que se me ocurre para acompañar a estos peculiares zapatos de tacón es el que usaría para montar en el monopatín volador de Regreso al futuro.

Y para lo de Chanel ya no me quedan palabras… Si solo fueran unas botas-deportivas inspiradas por ejemplo en las de boxeo, como las que se llevaban hace diez años, tendría un pase. Pero lo de hacerlas en tweed, por mucho que sea el tejido emblemático de la casa, pues como que no. Aunque al menos a estas hay que reconocerles la ventaja de ser cómodas y calentitas, no como las de Dior, Prada o Alexander Wang.

En resumen, me da la sensación de que pocas de las colecciones que se han presentado durante las últimas temporadas seguirán siendo relevantes dentro de veinte o cincuenta años. A veces parece que se busca incluso el feísmo y la extravagancia desagradable solo para proyectar una imagen, o una pose mejor dicho, de tendencia y vanguardia. 

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