La afición a los zapatos de charol me viene a mí de mi época de ilusionista. Muchas veces le oí a algunos de mis maestros decir que un mago no era del todo mago hasta que no se ponía unos zapatos de charol. Supongo que es una costumbre que viene de la misma época que las capas, los bastones, los guantes y las chisteras. Pero al menos es una de las pocas costumbres dentro del mundillo que las mujeres magas hemos podido hacer del todo nuestras.
Aunque al principio solo llevaba zapatos de charol sobre el escenario, pronto descubrí lo mucho que ganaba cualquier look al incorporarlos. Por no hablar de lo muchísimo que estilizan las piernas unos zapatos de tacón de charol en un tono nude lo más parecido posible al de nuestra piel, que demuestran además que el charol no es patrimonio exclusivo de los looks nocturnos.
La única pega que se le puede poner al charol es la inmensa facilidad con que se mancha o se llena de marcas y rozaduras. Pero para eso nada como echar mano de este par de trucos caseros que os traigo en el Cosmoclip de esta semana. 😉