Estaba yo este fin de semana vagabundeando un rato por YouTube cuando me apareció entre los vídeos recomendados un documental de YouTube Originals que no llevaba más título que Claire.
La protagonista era Claire Wineland, una video blogger norteamericana de 21 años diagnosticada desde su nacimiento con fibrosis quística que había ido ganándole a golpe de buen humor el pulso a la reducida esperanza de vida que le habían dado los médicos desde que era solo un bebé.
Desde el primer minuto del documental me quedé embelesada con su desparpajo y su carisma, así que pausé el vídeo y busqué su canal de YouTube.
Me alegró encontrar tantísimos vídeos suyos, como cuando uno descubre de repente una serie que le encanta y se entera a continuación de que tiene por delante varias temporadas para poder disfrutarla. Y aunque normalizar y visibilizar el día a día de los que padecen fibrosis quística fue desde el principio uno de los motores de Claire, al mismo tiempo ella se resistía a que la enfermedad la definiera, y sus vídeos son en su gran mayoría muy desenfadados y divertidos.
Terminé de ver el documental, fascinada por haber descubierto a esta youtuber tan peculiar y que hablaba con una madurez injustificada para su edad, solo para encontrarme con un jarro de agua fría al enterarme de que Claire murió en septiembre del año pasado.
Ella, que siempre había sido reticente a someterse a un transplante de pulmón, cambió de idea tras un declive drástico de su salud, y se sometió al proceso de evaluación para poder entrar en la lista de espera. La madrugada del 26 de agosto de 2018 la llamaron para decirle que había un donante y que todo estaba listo, y aunque la cirugía fue un éxito, un coágulo le provocó un derrame cerebral que terminó con su vida antes de que pudiera llegar a disfrutar de la tregua que le hubieran dado sus pulmones nuevos.
Durante estos últimos días he estado viendo muchos de sus vídeos, la mayoría de ellos vlogs sin apenas edición donde ella reflexiona sobre diversos asuntos, relacionados o no con su enfermedad. Y es tal su franqueza y su autenticidad que parece inevitable no acabar teniendo la sensación de que es una vieja amiga íntima. Y quizá por eso resulte tan raro y doloroso ser consciente del hecho de que nunca voy a poder mandarle un email para darle ánimos, ni me leerá si le dejo un comentario para contarle cuánto me han inspirado algunos de sus vídeos.
¿Es normal sentir tanta tristeza por la muerte de alguien cuya existencia se desconocía por completo hasta apenas una hora antes de descubrir su fallecimiento?
Me siento un poco en deuda con ella por haberme asomado estos días a su vida a través de esa gran ventana que es YouTube y haberme contagiado de esas ganas suyas de vivir una vida de la que podamos sentirnos orgullosos, así que la única forma en la que puedo devolverle de algún modo el favor es hablando aquí de ella por si alguno de vosotros aún no la conoce, y animándoos a ver al menos su documental, que os dejo a continuación.