Desde que empezara el segundo confinamiento aquí en Inglaterra, hace algo más de un par de semanas, mi vida social se ha visto reducida a un único paseo los jueves por la tarde con mi vecina y amiga Steph. Aquí las medidas permiten que nos encontremos con una única persona con la que no convivamos siempre y cuando sea al aire libre, así que si el tiempo lo permite Steph me recoge en mi portal después de comer, y caminamos juntas hasta el paseo marítimo de Torquay.
Para que la caminata dure un poco más, y para que nos dé tiempo de ponernos al día con nuestra charla, damos un pequeño rodeo bordeando el puerto deportivo y cruzamos el puente levadizo antes de encaminarnos al Costa Coffee, uno de los pocos sitios que quedan abiertos en la zona y donde solemos pedir un par de bebidas calientes para llevar. Después nos sentamos un rato frente al mar para ver el atardecer mientras nos calentamos las manos, ella con su cappuccino y yo con mi chai latte.
Todo el paseo marítimo está salpicado de bancos conmemorativos como el que os enseñaba en este post de Instagram, y esta semana Steph me mostró con orgullo uno dedicado a un amigo suyo que falleció en 1992.
Arthur Fletcher era más conocido como The Music Man entre sus amigos tanto por ser batería en un club de jazz de Torquay que ya no existe pero que era muy popular en su época, como por ser el alma de cualquier fiesta en la que pusiese un pie. Cuando supo que estaba a punto de morir quiso despedirse de todos sus amigos y seres queridos con una celebración por todo lo alto en el piso en el que vivía, que estaba justo en uno de los edificios del acantilado que queda detrás de donde está ahora su banco.
Dice Steph que fue una fiesta memorable, como las que solo se hacían antes. Y que todos los amigos músicos de Arthur se habían puesto de acuerdo para despedir la velada tocando y cantando My way de Frank Sinatra. Cuenta que fue un momento muy emotivo, pero también muy feliz porque Arthur se sabía en cierto modo afortunado por poderse despedir así de todas las personas a las que amaba, a sabiendas de que algún día ellos recordarían la situación con una sonrisa, justo como Steph estaba haciendo en ese preciso instante.
Cuando Arthur falleció sus amigos hicieron una colecta entre ellos para pagar el banco conmemorativo. Y me confiesa Steph que decidieron ponerlo en ese punto del paseo marítimo, no porque Arthur soliera pasear mucho por allí, sino porque así cuando ellos pasaban delante del banco no podían evitar alzar la vista hacia aquel edificio en el que habían celebrado su vida para despedirlo.
¡Qué historia más bonita! Y qué vecina más cañera tienes, jajaja. Yo de mayor quiero estar igual de bien que ella 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Dice que su secreto para estar tan estupenda es no haberse jubilado hasta los 80 y salir a andar todos los días. 🤣
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues habrá que hacer lo mismo, jajaja
Me gustaMe gusta
¡Habrá que probar! 😀
Me gustaLe gusta a 1 persona
Magnifico relato, estupendas fotografías, bellas personas… Gracias. 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias a ti por pasar por aquí. ☺️
Me gustaLe gusta a 1 persona