Clown contouring: la línea del contouring que jamás debió cruzarse

Clown contouring 04

La moda del contouring, de la que ya os he hablado con más detalles en este otro post, parece algo reciente y novedoso. Pero por mucho que quien sea se haya sacado de la manga el nombre molón, con él no dejamos de referirnos a lo que han hecho los maquilladores durante toda la vida: modelar y esculpir el rostro usando maquillaje de distintos tonos.

Lo que lo ha hecho tan popular durante las últimas temporadas ha sido la proliferación de tutoriales —tanto en blogs como en Youtube, aunque sobre todo en Instagram— en los que en lugar de seguir el orden habitual del proceso, se pintaba toda la cara con todos los tonos al mismo tiempo para después difuminar de una vez todos los productos con una esponja de látex.

La verdad es que esta iniciativa de publicar fotos mostrando cómo se aplicaba cada producto en según qué parte del rostro ayudaba mucho a esquematizar todo el proceso. Y ha sido precisamente esta esquematización del arte de contornear la que ha conseguido que cada vez más chicas entendieran el juego de claroscuros con los que se pueden modelar las facciones y se atrevieran a intentarlo.

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Pero como suele pasar con todas las cosas que se convierten en tendencia siempre hay un afán por llevarlas más allá hasta sus últimas consecuencias, y al final nos pasa lo que nos ha acabado pasando con el clown contouring: que terminamos cruzando esa delgada línea que nos lleva al punto de no retorno y nos dejamos la dignidad por el camino.

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Porque a mí me gustaría que alguien me explicase qué sentido tiene eso que en redes sociales ha sido bautizado como clown contouring, y que básicamente consiste en sustituir el contouring esquemático del que hablábamos al principio por un maquillaje de payaso —o de muñeca, gato tigre…, todo depende de la imaginación de la protagonista— para luego mezclarlo todo con una Beauty blender.

 

No lo entiendo. Me encanta maquillarme, pero la mayoría de las veces no me da tiempo ni de deleitarme en el contouring convencional. A veces tengo que darme por satisfecha con unos cuantos brochazos de polvos bronceadores, ¿cómo voy a pararme a hacer filigranas con un maquillaje de fantasía? Y sobre todo, ¿para qué? ¡Si luego hay que difuminarlo todo! ¿Hay una forma más absurda de perder el tiempo, teniendo en cuenta la cantidad de rituales de belleza auto impuestos con los que cargamos ya las mujeres?

En cualquier caso parece que tampoco hay que darle demasiada importancia al payaseo porque la rueda que hoy da protagonismo a una tendencia, gira veleidosa para encumbrar mañana a otra. Y al clown contouring ya le ha salido un sustituto mucho más razonable y asequible, el strobing, que le va ganando terreno entre los hashtags de Instagram.

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¿En qué consiste el strobing? Pues básicamente en aplicar solo polvos iluminadores en pómulos, frente, barbilla y nariz. Es decir, lo que probablemente vienes haciendo desde que tienes edad para empuñar una brocha. Lo que pasa es que decir voy a ponerme iluminador no mola, pero marcarse un strobing es súper cool.

Strobing-01

6 comentarios sobre “Clown contouring: la línea del contouring que jamás debió cruzarse

  1. Bueno, me parece que lo de contouring es más bien un juego… y un entrenamiento para el caso cuando tus hijos te piden «mamaaa, ¡dibújame la cara de Spiderman!» :).
    Además, el tema de cualquier maquillaje en el clima que tenemos en España (9 meses de calor y 3 de viento y lluvia) me parece una especie de heroismo femenino (dejando aparte protectores labiales y BB cream con factor 30 de protección solar). Admiro a las españolas que, a pesar de tener la mayoría de ellas una tez de color maravillosamente moreno y los rasgos bien definidos por genética (no como las eslavas, que parecemos polillas descoloridas sin pintarnos la cara) siguien maquillándose cada día…

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    1. ¡Hola, Extranjerita! 😀

      En España también hay chicas de piel clara (¡como yo!) a las que se nos desdibujan los rasgos si no nos maquillamos un poco. Pero te doy toda la razón en que con estos calores lo mejor es apostar por productos ligeritos con los que vayamos cómodas.

      Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar.

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      1. Ay, Hechicera (eeeh, no me gusta llamarte «bruja», ¡¡que eres muy simpática y no tienes nada que ver con la bruja de verdad!!!) sí que en cada país hay de todo, yo por mi genética nororiental (mi padre tiene la mitad de la sangre indígena esquimal) también tengo ojos, pestañas y tejas negras por naturaleza. Pero en general, cuando aquí en Madrid veo a las chicas morenitas pintadas, eso me da pena. En Rusia los rasgos tan finos y la piel morena ya es sinónimo de belleza, hay pocas rusas así y siempre están en el centro de atención. Y aquí todo esto se oculta… Igual que aquí se valoran las rubias y allí las hay para dar y tomar, por eso las llaman «polillas», «insulsas» y «descoloridas». Es un problema muy humano de despreciar lo que tenemos 😉

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      2. ¡Tú puedes llamarme como quieras, jajaja! ¡Aunque también hay brujas buenas! 😉

        Una vez más concuerdo contigo: en cada país se considera belleza aquello que no se tiene. Aquí como hay tantas morenas las que se llevan el gato al agua suelen ser las de rasgos nórdicos, y probablemente ese sea el motivo de que tantas mujeres españolas estén tan obsesionadas con hacerse mechas, aunque el color natural de su base no sea el más recomendable para ello.

        Creo que los rituales de belleza deberían de tener como objetivo resaltar lo mejor de nosotras mismas, en lugar de el de disfrazarnos para parecer otras totalmente distintas.

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