Desde hace mucho tiempo tengo la sensación de que el año empieza realmente en otoño, como si aún siguiera midiendo la vida en función de los años escolares. Quizá por eso no me sale de forma natural lo de ponerme a hacer evaluación sobre los logros conseguidos cuando llega diciembre, ni me tomo demasiado en serio lo de marcarme una serie de propósitos para arrancar con el mes de enero.
Cuando llegan estas fechas yo ya estoy inmersa en mis nuevos objetivos, aunque no por eso deje de darle mentalmente la bienvenida a los nuevos dígitos del calendario. Y sí que aprovecho para hacer un poco de examen de conciencia y ver si las metas que me marqué al empezar el otoño van por buen camino.
Para este año escolar en curso me había propuesto sobre todo dos cosas: terminar la novela de ciencia ficción en la que llevo trabajando desde que me mudé a Reino Unido y compensar el sedentarismo de las horas frente al ordenador volviendo a llevar una vida más activa. Esto último de momento va bien: me apunté a un gimnasio estupendo de Torquay en septiembre e intento ir de forma regular —a excepción de estas últimas semanas, que entre las vacaciones y la preparación de mi inminente mudanza han sido un poco caóticas—. Gracias a que este gimnasio tiene dos piscinas cubiertas estupendas he podido recuperar la afición a uno de mis deportes favoritos, la natación, que combino con rutinas de cardio y algo de pesas.

Respecto a lo de terminar la novela antes del verano, que es el límite que me había marcado, no estoy del todo segura de ser capaz de lograrlo. Cuando empecé a trabajar en la historia no tenía ni idea de lo complicado que me iba a resultar dibujar este escenario de ciencia ficción con toda la coherencia que a mí me hubiera gustado encontrar si me hubiera enfrentado al libro como lectora.
Como es la primera vez que me pongo a escribir una novela estoy en un plan de bastante auto exigencia. Supongo que sufro el clásico temor a terminar publicando algo horrible o aburrido y que nadie quiera leerlo. El equivalente al pánico escénico pero en versión literaria. Y aún no tengo del todo claro si la publicaré a través de Amazon, intentaré venderla a través de mi web y mis redes sociales, o probaré suerte con alguna editorial. Tampoco quiero darle demasiadas vueltas a eso ahora por aquello de no empezar la casa por el tejado.
Lo que está claro es que tengo que terminarla de una vez, aunque el hecho de estar preparando la que espero sea mi última mudanza en muchos años, supone una distracción terrible. Por un lado me siento culpable cuando pierdo tiempo planificando por ejemplo la decoración del cuarto en el que voy a trabajar cuando nos instalemos allí, en lugar de usar esas horas para avanzar con la escritura. Pero por otro lado también me apetece mucho crear un espacio agradable que invite a dar rienda suelta a la creatividad.

Otro de los motivos por los que quiero trabajar en el libro a toda máquina para terminarlo es porque tengo en mente un par de proyectos a los que llevo tiempo dando vueltas, pero en los que me he prohibido a mí misma embarcarme hasta que no vuelva a tener más tiempo libre. Que si no al final acabo saturada de obligaciones auto impuestas, y empiezo muchas cosas pero no termino ninguna.
Además también tengo que mantener el ritmo habitual de Cosmoclips, y me gustaría no volver a tener este blog tan abandonado como lo he tenido durante estas últimas semanas, que han sido un poco de involuntaria desconexión digital.
Digo lo de involuntaria porque no es algo que yo me haya propuesto de forma consciente. De un tiempo a esta parte estoy un poco cansada y aburrida de las redes sociales: en YouTube últimamente todos los vídeos me parecen iguales y ya no disfruto como antes con las publicaciones de los youtubers a los que suelo seguir, y en Instagram tres cuartos de lo mismo. Me da la sensación de que es tarea imposible encontrar contenido fresco y original, de ese que te engancha desde el primer momento. Es como si todos los feeds terminaran pareciéndose unos a otros.
Igual es que necesito empezar a seguir a youtubers/instagramers diferentes (se aceptan sugerencias).
Entre este aburrimiento digital que me ha asaltado y que he estado viajando y pasando tiempo en familia, confieso que apenas he actualizado mis perfiles estas últimas semanas, o al menos no al ritmo al que solía hacerlo de forma habitual. Hasta hace poco me hubiera sentido culpable por no hacerlo, pero de un modo u otro parece que lo he superado por completo. Igual me estoy haciendo mayor, no sé…
En cualquier caso no quería dejar pasar la oportunidad de escribir este post para dar la bienvenida a este año que acabamos de estrenar y desearos toda la felicidad del mundo a todos los que pasáis a menudo por aquí y me alegráis el día con vuestros correos y vuestros comentarios. Espero que la suerte y la salud os sonrían y que tengáis siempre presentes esas metas y motivaciones culpables de haceros avanzar hacia vuestros objetivos. ¡Feliz 2018!
Uy… te aseguro que no eres la única que se aburre de las redes sociales. A mí me parece algo así, pero creo que es porque soy demasiado consciente de muchas mentiras que leemos y estamos viviendo en esta era respecto al contenido. Tanto que, por desgracia yo que también estoy embarcada en la escritura de una novela, me veo petrificada por todo este drama informativo.
Te quiero animar mucho y… para ello te sugiero que veas un poco los programas de Cuarto Milenio. A mí me reengancha un poco a esas ganas de volver a investigar, de leer y escribir como siempre lo he hecho.
Mucho ánimo preciosa, ¡y feliz 2018!
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Muchas gracias por la sugerencia, aunque en Reino Unido es complicado seguirle el hilo a la TV española…
Mucho ánimo a ti también con tu novela y gracias por pasar por aquí y comentar. 🙂
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