A veces no importa cuán bueno sea nuestro pulso con el lápiz de ojos: es llegar al extremo externo del párpado —lo que comúnmente se conoce como el rabillo— y la cosa tiende a torcerse en el sentido más literal de la palabra de forma inesperada e inexplicable.
Por eso el eyeliner suele ser siempre el máximo responsable de todos esos desastres de maquillaje que a veces nos obligan a desmaquillar en el último momento y volver a empezar desde cero. Las probabilidades de liarla parda con el delineado crecen de forma proporcional a las prisas que tengamos por terminar de maquillarnos. Eso es así. Una verdad indiscutible y universal.
Si os pasa como a mí y no sois muy hábiles en este aspecto, seguro que os vendrán de maravilla estos dos trucos que os cuento en mi Cosmoclip de esta semana, perfectos para esas ocasiones en las que queremos dar más protagonismo a nuestra mirada con un maquillaje un poco retro.
wow q arte! yo tengo un pulso malisimo
Feliz jueves cielo
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Tomo nota jeje😍
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