Ya os he contado en alguna que otra ocasión que el armario que tengo ahora es la mitad que el que tenía antes de mudarme a Inglaterra. Podría incluso decir que es más bien la tercera parte del que tenía, pero supongo que eso sería estirar demasiado el chicle y tampoco es cuestión de hacerme tanto la víctima. Esta transición hacia mi nuevo yo minimalista ha sido en parte gracias al hecho de que en este país en general y en este condado en particular la gente no presta demasiada atención a cómo van vestidos los demás. Lo de vive y deja vivir se lleva aquí en ese sentido hasta límites insospechados. Toda una bendición. Supongo que porque la preocupación por la indumentaria es inversamente proporcional a la distancia de la playa más cercana.
Pero aunque es verdad que mi fondo de armario se ha vuelto mucho más básico y atemporal desde que vivo por aquí, también es cierto que hay ciertas cosas a las que no estoy dispuesta a renunciar, y una de ellas es a los jerséis enormes y bien mulliditos, que tan de maravilla vienen cuando empiezan a bajar las temperaturas.
El problema es que justo los jerséis son de las prendas que más espacio nos roban en el armario, por no hablar de en la maleta, sobre todo cuando se viaja solo con equipaje de mano como suele ser mi caso. Así que toca investigar un poco hasta dar con la forma más eficiente de doblarlos. Yo he ido probando varias durante los años que llevo aquí, y al final me he quedado con esta que os muestro en mi último Cosmoclip porque me parece la más sencilla y al mismo tiempo la más práctica tanto para mantener los cajones ordenados como para maximizar el espacio en nuestra maleta. ¡Espero que os guste!