No quería escribir este post. ¿Acaso hay algo más endogámico que una bloguera de moda reflexionando sobre el ya trilladísimo asunto del fin de la hegemonía de los blogs de moda? Pero este fin de semana he leído un artículo en Vogue que me ha tocado la moral.
El artículo en cuestión aplaude la medida por parte de la organización de la New York Fashion Week de restringir al 20% las invitaciones y acreditaciones a blogueros, y recoge declaraciones del tipo «No entiendo cómo los diseñadores sientan en tercera fila a un comprador y sin embargo a un bloguero, casi en pañales aún, en el front row. Las cosas tienen que cambiar», o «Las pasarelas se estaban convirtiendo en un zoo».
¿Pero quiénes son los responsables de este zoo?
En el artículo de Vogue da la sensación de que la culpa es de los propios diseñadores, que de forma alocada e irresponsable invitan a blogueros en pañales que solo se preocupan de dar autobombo a su fama vacía, y que les quitan los asientos a esos posibles compradores, que al fin y al cabo son los que realmente importan.
No conozco de primera mano cómo se gestiona el tema de las acreditaciones en la semana de la moda de Nueva York, pero de lo que sí puedo hablaros con conocimiento de causa es de cómo se hace aquí en España.
Antes de nada quiero aclarar que hasta hace dos años no me había visto en la tesitura de tener que pedir que me acreditaran como bloguera. Hasta entonces me las apañaba para conseguir un pase de prensa o para que las agencias de comunicación de los diseñadores que más me interesaban me mandaran invitaciones para sus desfiles.
En la primera edición de la ex pasarela Cibeles a la que un puñado de blogueros acudieron invitados por la organización de la semana de la moda, yo asistía con pase convencional de prensa. La verdad es que me hizo mucha ilusión ver que se hacían avances en ese aspecto, y que por fin los blogs empezaban a tener la consideración que se merecían.
Llegó el momento del primer desfile. Imaginaos la situación. Poco después de las diez de la mañana se abren puertas y se van ocupando los asientos. Me acerco a las gradas destinadas a la prensa y cuando me encamino hacia la tercera fila (la primera y la segunda como todo el mundo sabe son para los medios consagrados) una amabilísima azafata me indica que no puedo sentarme ni en la tercera ni en la cuarta fila del graderío porque están reservadas para los blogueros oficiales acreditados, que el resto de prensa online tiene que sentarse detrás. Miro, y efectivamente hay folios con nombres de blogs de moda impresos colocados con cuidado sobre cada asiento. Al contrario de lo que muchos puedan pensar, al principio no me molestó lo más mínimo. Me pareció una victoria más de los blogs de moda digna de celebrarse. Pero fue acercándose la hora del desfile y de esa veintena de asientos reservados solo se ocuparon tres, y entonces sí que empecé a cabrearme. Chicas y chicos a los que se les daba una oportunidad de ensueño, que ellos desperdiciaban de una forma totalmente incomprensible.
Quise creer que quizá fuera despiste general por ser el primer día, pero la tónica de cada día de esa edición de la semana de la moda fue siempre la misma: asientos de blogueros vacíos tanto en el primer desfile de la mañana como en el último de la tarde. En el que no hizo falta pasar lista fue en el de Davidelfin, allí no faltó ni dios. O en el kissing room. Lo de madrugar mejor dejarlo para otros, y lo de aguantar más de diez horas corriendo de una pasarela a otra sin parar más que diez minutos para comer un sandwich a toda prisa para poder ver todas las colecciones, para otros también. Eso sí, la foto para Twitter posando al pie de la pasarela minutos antes del comienzo del desfile de Davidelfin que no falte. El modelito llamativo, los tacones imposibles que garanticen la atención de los fotógrafos de street style que no falten tampoco. No importa si esos tacones no te dejan casi ni moverte. Total, si solo vengo a dos defiles y luego me voy. Y de los desfiles del EGO mejor ni hablar.
[¿Sabes lo que ocurrió el día que la primera egoblogger fue a un desfile del EGO? Nadie lo sabe. Porque nunca ha pasado.]
No hace falta ser ningún genio para llegar a la conclusión de que el principal problema de muchos blogueros era que querían que los respetaran como se respeta a los editores de moda, pero que los trataran como a celebrities. Y eso, señoras y señores, solo ocurre en las contadas ocasiones en las que hay apellidos como Wintour o Dello Russo de por medio.

Un par de ediciones después de esta en la que los blogueros hicieron su particular conquista de la ex pasarela Cibeles me veo en la tesitura de no poder acreditarme como prensa. Dado que en ese momento escribo de forma exclusiva para blogs de marcas y páginas de moda decido lanzarme a la aventura de solicitar acreditación como bloguera. La respuesta tarda muchas semanas en llegar, y cuando por fin lo hace me encuentro con una educada negativa. Me dicen que los blogs los elige a dedo directamente la organización. Que como mucho, perdonándome la vida y haciéndome un inmenso favor, pueden acreditarme para los desfiles del EGO del último día.
A partir de ese momento sigo con mucha atención la web de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid para descubrir a medida que los van publicando los nombres de los afortunados en cuestión, esos blogs que han conseguido pasar con nota el examen de calidad de la organización. No faltan en la lista compañeros, profesionales como la copa de un pino, con criterio y conocimientos. Pero son una alarmante minoría que queda eclipsada por un verdadero ejército de egoblogs, alguno de los cuales lleva incluso varios meses sin publicar.

Que conste en acta que no tengo nada en contra de los blogs de estilo personal en los que el bloguero o la bloguera en cuestión muestra sus outfits cada día. Yo misma sigo algunos con auténtica devoción, e incluso me permito mis momentos de narcisismo y publico a veces alguno de mis looks. Pero seamos sensatos, no quiero que la semana de la moda me la cuente alguien que no ha leído en su vida un solo libro de Historia del Traje, por mucho estilo personal que tenga o por muy bien que combine las prendas estrella de las marcas low cost más populares. Quiero que lo haga alguien que entienda de tejidos, de siluetas, alguien que conozca la trayectoria de los principales diseñadores de nuestro país.
¿Por qué?
Porque si no nos encontramos, como me encontré yo aquel año, con posts del tipo Día 1 de Cibeles: el look que llevé al desfile de Fulanito, con mil fotos de la bloguera en cuestión posando junto a la pasarela vestida de pies a cabeza con prendas de alguna de esas marcas que tienen como hobby fusilar las creaciones de muchos diseñadores. Y como única referencia del desfile en cuestión un par de fotos borrosas al final seguidas de un parrafito en el que la aportación técnica más destacada era del calibre de «estampados florales» o «tejidos muy vaporosos».
Como decía al comienzo, desconozco la mecánica de acreditaciones en la semana de la moda de Nueva York, pero tengo muy claro que si en España hay ese zoo, o ese circo wannabe según palabras de Pelayo Díaz en el artículo de Vogue que ha desencadenado este post, es por obra y gracia de la propia organización, que alienta la idea de que no hacen falta conocimientos ni formación alguna para que te reserven un asiento en los desfiles de moda. Así que que no se quejen tanto ahora.
¿Se acerca el fin de los blogs de moda? No lo creo. Solo estamos a las puertas del pinchazo de la burbuja de los egoblogs. Llega el momento de la criba natural que arrastrará a los advenedizos, a los que solo buscan la fama vacía de forma frívola, y que afianzará la posición de los blogs con verdadero criterio que nos enriquecen con su particular punto de vista.
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Como si lo viera: por culpa de este post a partir de ahora mi DNI pasará a formar parte de alguna lista negra de la semana de la moda, y cada vez que intente acceder al pabellón 14 de IFEMA saltarán las alarmas y sonarán sirenas al mismo tiempo que dos fornidos guardias de seguridad vendrán para llevarme a rastras hasta alguna puerta trasera y me tirarán sobre un montón de bolsas de basura mientras me gritan ¡Aquí ya no eres bien recibida! Ains. Solo espero que al menos no me suelten los perros. Bueno, y ya puestos que al menos los guardias sean guapos.
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EDITO: Quiero recalcar que afortunadamente no todos los blogs que acuden como acreditados desmerecen dicha distinción, también hay buenos profesionales que demuestran por qué están donde están. Lo que me da rabia es que no sean todos los que estén, ni estén todos los que son. También añadir que me han informado de que durante las dos últimas ediciones ha descendido el porcentaje de egoblogs acreditados y que parece que han empezado a cuidar más los criterios de selección, señal de que se habrán dado cuenta de que algo no iba bien.





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