Ya sabéis lo mucho que me gusta ponerme a imaginar todo tipo de usos alternativos que podemos darle a cada uno de nuestros cosméticos, sobre todo a la hora de conseguir un neceser lo más minimalista posible para viajar.
Antes, llevar una paleta de sombras en la maleta me parecía un desperdicio de espacio. Prefería llevar alguna sombra suelta acoplada en algún rincón de mi bolsa de maquillaje, o como mucho dos tonos para poder jugar un poco más en caso de tener que alternar looks informales con otros un poco más arreglados.
Pero una vez, por error, metí en mi maleta el neceser equivocado —hace tiempo tenía la costumbre de acumular neceseres de más— y en lugar de con mi arsenal de maquillaje habitual, al llegar a mi destino me encontré con que solo llevaba una vieja paleta de sombras, un rímel a punto de morir y uno de los cientos de correctores de ojeras que había probado y descartado pero no me había atrevido a tirar.
Improvisando y jugando un poco con las sombras pude hacerme un maquillaje de lo más completo, y desde entonces siempre llevo una pequeña paleta de sombras conmigo, por si acaso me toca volver a poner en práctica alguno de los trucos que os muestro en mi último Cosmoclip.