Siempre he tenido una relación de amor-odio con mi rizador de pestañas. A ratos me parece un instrumento del mal ideado por la mismísima Inquisición Española para torturarnos. Pero en ocasiones me parece una herramienta imprescindible y pienso que no podría vivir sin él. Lo mismo me olvido de él por completo durante varios meses, que de pronto empiezo a usarlo a diario, incluso los días en que no me pongo máscara de pestañas.
He hecho varios vídeos sobre él, como este en el que os contaba cómo usarlo para haceros un tightlining, o este otro donde os mostraba cómo limpiarlo correctamente. Pero en el Cosmoclip que os traigo hoy os enseño dos formas alternativas de utilizarlo que nada tienen que ver con su propósito original, y que al menos a mí me han ayudado mucho en algunos pasos de mi rutina de maquillaje.